sábado, 13 de abril de 2024

NOCHE DE REYES. Crónica Teatral

 

NOCHE DE REYES. Crónica Teatral

Distribuir entre seis actores los casi veinte personajes de la comedia navideña de Shakespeare ‘Noche de Reyes’ es ya de por sí un enorme mérito que corresponde al director de esta versión, Alberto Castrillo-Ferrer, que ha presentado durante el presente fin de semana el  zaragozano Teatro del Mercado.

La abigarrada trama ideada por el genio inglés como un divertimento para la fiesta de la Epifanía, se traduce en un espectáculo aún más divertido que el original, por cuanto se introducen elementos folclóricos, ironías de la modernidad, alusiones identificables y una mezcla de lo ingenioso con lo profundo, utilizando el análisis de un buen amigo y experto en las artes escénicas y cinematográficas, Fernando Gracia, que en esta ocasión me ha ganado por la mano y ha descrito la enorme satisfacción obtenida tras asistir al estreno de la obra. 

De su análisis tomo algunas referencias al  definir espectáculo como brillante, ingenioso, inteligente y muy divertido. Igualmente suscribo su alusión a las hermosas coreografías y al ritmo trepidante que imponen la media docena de intérpretes con una pasmosa capacidad de metamorfosear sus identidades.

La simplicidad del montaje escénico se contrarresta con la densidad de la dramaturgia que recurre a lo mágico, lo exótico, lo aparente y lo dúplice, conjugando oportunamente  poesía, carnalidad, simulación de sexos y locura colectiva para mostrarnos de nuevo el crisol del género humano, en palabras del adaptador textual y director escénico ya mencionado. 

Es obligado citar al elenco formado por Irene Alquézar, Blanca Carvajal, Gema Cruz, David Ardid, Alfonso Pablo y Luis Rabanaque, subrayando también el acierto de los responsables de la iluminación, Bucho Cariñena, vestuario, Marie Laure Benard, y espacio sonoro, David Angulo, que confieren a esta producción de las compañías aragonesas Nasu y El Gato Negro una calidad y una consistencia que indudablemente va a ser aplaudida en otras latitudes. 

Francisco Javier Aguirre

 


viernes, 12 de abril de 2024

CÓMETE UN PIE. Crónica Teatral

 

CÓMETE UN PIE. Crónica Teatral

Cristina Fallarás es una conocida escritora y periodista que ha ganado varios premios de narrativa y cuenta con abundantes distinciones en el mundo de la comunicación. Nacida en Zaragoza en 1968, estudió periodismo en Barcelona donde ha desarrollado prácticamente su vida profesional.

Más conocida por sus participaciones en programas de debate en varias cadenas televisivas y por su firme postura en defensa de los derechos de la mujer, ha llegado de forma indirecta al teatro a través de la obra ‘Cómete un pie’ que el jueves 11 de abril se exhibió en el zaragozano Teatro de Las Esquinas.

Hace algo más de un año se pre-estrenó en Madrid esta selección de textos que constituyen una especie de caleidoscopio con tres mirillas de observación. Tres mirillas correspondientes a tres mujeres coetáneas, ubicadas en un lugar impreciso aunque con ciertas referencias a Zaragoza por cuanto una de las damas se denomina así: una señora de Zaragoza. Las otras dos son una política y una prostituta. A todas ellas las encarna Ana Roche, que desarrolla su interpretación dirigida por Celia Morán.

El inicio del espectáculo es revelador por cuanto pone de relieve el valor del silencio. Tras ese punto de partida y suspense, las reflexiones de la escritora, que también participa junto con la actriz en el montaje de la dramaturgia, van desfilando ante la vista, el oído y el sentido de la sorpresa de los espectadores.

Todo es muy relativo en la trama, relativo y reiterativo porque siempre es la misma hora, del mismo día, con el mismo clima y en el mismo lugar, Barcelona, aunque la procedencia aragonesa de la autora se destapa con un somarda sentido del humor en la interpretación de una jota en playback.

El permanente combate feminista de Cristina Fallarás, a quien puede considerarse una gladiadora o gladiatriz de los platós televisivos y de los restantes medios de comunicación, es el pozo y el poso que deja su obra trufada de perplejidad. Pozo insondable, porque los problemas de las mujeres no tienen fin en nuestra civilización machista, y poso impactante que va más allá de la mera comprensión intelectual.

Ana Roche se implica en el rol que interpreta por triplicado, acabando ella misma conmovida por su trabajo, como pudo constatarse tras las repetidas ovaciones y aplausos al final de la obra.

 

Francisco Javier Aguirre

lunes, 8 de abril de 2024

UN POETA LLAMADO ROSENDO TELLO

 UN POETA LLAMADO ROSENDO TELLO

Al acercarse el Día del Libro, los que tengo organizados en mis estanterías han sentido un leve estremecimiento que no me ha pasado desapercibido. He mirado con afecto a estos compañeros de viaje que apenas reclaman otra cosa que orden y afecto. A ambos requerimientos he atendido lo mejor posible a lo largo de mi trayectoria profesional como bibliotecario, y lo mismo hago ahora a título particular. Conservo libros emblemáticos desde mi época de estudiante, y algunas obras notables por diferentes conceptos.

No sintiéndome muy capacitado para la lírica, es sin embargo un género que aprecio mucho. Admiro a los poetas cuando son capaces de condensar en pocas palabras vivencias de gran calado, se refieran a su órbita personal o a la social. Uno de los elementos que más valoro en la poesía es el ritmo, influido sin duda por mi honda afición musical. Hay metáforas audaces que engalanan la realidad, y expresiones que despiertan sentimientos de otra forma difíciles de aquilatar.

Recorriendo mis libros de poemas en las estanterías, he encontrado dos especialmente significativos. El primero es una Antología de César Vallejo, publicada en Cuba en 1962, de la que se imprimieron cien mil ejemplares. Repito la tirada en guarismos para confirmar la cifra: 100.000. Así lo certifican los datos legales en la página de créditos. Es el volumen 114 de mi biblioteca y, según su Ex Libris, ingresó en ella el 1 de octubre de 1969. Contiene un poema, MASA, que me ha causado siempre un enorme impacto por diferentes motivos. De hecho, con su recitado finaliza mi novela La dama del Matarraña, publicada en 2009. Posteriormente ha tenido una nueva edición, e incluso ha sido traducida al catalán de Aragón en 2022, salvo el poema de Vallejo.

El segundo libro al que quiero referirme es otra Antología, esta vez de un poeta aragonés a quien siempre he admirado mucho, estimándolo como escritor y como persona: Rosendo Tello. Su obra y sus méritos son ampliamente conocidos y reconocidos, por lo que estas líneas solo pretenden sumarse con ocasión de la Fiesta del Libro a la celebración de la obra de un poeta especialmente querido y valorado por quienes amamos la literatura.

Rosendo camina hacia los 94 años. Es el decano de los escritores aragoneses, no solo por edad sino fundamentalmente por su excelencia literaria y su calidad personal. Podría descender a detalles que me atañen, pero no he de ser indiscreto. En cualquier caso, los libros de mi domicilio se sienten honrados por la proximidad de la Antología poética de Rosendo, titulada El vigilante y su fábula, un volumen de casi 750 páginas que tengo cariñosamente dedicado por su autor en 2005. No he podido tener la misma suerte con la Antología de César Vallejo.

Francisco Javier Aguirre


(Publicado en ARAGÓN DIGITAL el 8 de abril, 2024)


sábado, 6 de abril de 2024

EL VIAJE DE LOS CANTORES. Crónica Teatral

 

EL VIAJE DE LOS CANTORES. Crónica Teatral

El dramático episodio de unos emigrantes mexicanos que murieron asfixiados en 1987 dentro un vagón hermético, mientras trataban de alcanzar las fronteras del falso paraíso yanqui, dieron lugar a un texto escrito por Hugo Salcedo y estrenado en la ciudad de México en 1989, que el Aula de Teatro de Las Esquinas, bajo la dirección de Marian Pueo, ha puesto sobre las tablas los días 5 y 6 de abril en el propio Teatro de Las Esquinas, dentro de su programa ‘teatro de acción’.

Seis mujeres y seis varones, alumnos veteranos de los cursos de formación del propio Centro, no profesionales pero avezados en el arte dramático, combinan sus movimientos, sus proyectos, sus ansiedades, sus experiencias, sus aspiraciones, su sufrimiento y su angustia mortal para componer un retablo de los horrores padecidos intentando alcanzar el firmamento de sus deseos.

Una escenografía presidida por un muro policromado, del que penden coloridos retazos de la vida pasada y de la esperanza futura, acompaña, magnifica y anticipa el desarrollo de la trama de forma anacronológica, como aclaró la directora antes del inicio de esta singular muestra de la capacidad interpretativa de quienes sin ser actores profesionales han logrado a través de largas jornadas de trabajo transferir a los espectadores el horror y la miseria de una sociedad en descomposición.

Marian Pueo advirtió de que los sucesos en los que se basa el drama acontecieron hace varios decenios, pero que la situación actual, tanto en el área centroamericana como en otras del planeta que están en la mente de todos, es cada vez peor.

La actuación de los doce hombres y mujeres que representan a muchos seres humanos víctimas de la Historia criminal, fue convincente en términos generales, destacando el monólogo de la anciana ciega, así como los cantos y las danzas de los protagonistas guiados por la ayudante de dirección y coreógrafa Ingrid Magrinyà.

El público asistente al estreno salió en silencio tras el impactante drama contemplado, y también estremecido al saber que la toma de conciencia personal, lamentablemente no trasciende a las esferas políticas y de poder que controlan el cada vez más desvencijado panorama internacional en muchos aspectos, sobre todo en lo referente a las migraciones derivadas de la pobreza extrema, de la persecución ideológica, de la avidez financiera de los poderosos y de la incapacidad de los políticos, preocupados por ‘lo suyo’ e indiferentes ante la verdadera problemática que ahoga la vida física y emocional de tantos seres humanos.

Francisco Javier Aguirre

 

sábado, 23 de marzo de 2024

EL VIAJE DEL MONSTRUO FIERO. Crónica Teatral

 

EL VIAJE DEL MONSTRUO FIERO. Crónica Teatral

Ha retornado al zaragozano Teatro de Las Esquinas, del que es frecuente huésped, Rafael Álvarez ‘el Brujo’. Durante este fin de semana, del 22 al 24 de marzo, ha traído aromas de primavera y del resto de las estaciones del año para levantar el ánimo de sus fieles seguidores que han llenado por completo el aforo de esta dinámica sala de cultura multidisciplinar.

Seguramente es Rafael Álvarez el personaje capaz de reunir en una sola actuación todas las disciplinas artísticas e intelectuales que circulan por esta atribulada humanidad que, sin embargo, halla unos momentos de sosiego y alegría viéndole y escuchándole.

‘El viaje del monstruo fiero’ alude a la referencia que en 1607 hizo Lope de Vega al actor ante el ‘ilustre senado’ del público, proponiéndoles un acertijo en forma de enigma cuya solución era esa especie imprescindible en los escenarios que es el actor.

La obra que presenta en esta ocasión Rafael Álvarez no es un tratado de metafísica, ni una investigación teológica, ni un recetario de cocina, ni una ristra de poemas líricos, ni una rememoración histórica, ni una farsa política, ni una incursión en los misterios de la mística, ni un recorrido burlesco por la actualidad, sino todo ello reunido en su propia persona con el apoyo de Javier Alejano, armado con un violín y un pandero para subrayar el gesto, el giro, el paso, el baile, el grito, la sorna, el brillo, la risa, la tristeza, el bufido, el exabrupto, la fantasía, la superstición y todos los bienes de la palabra a los que recurre el monstruo fiero con la necesaria colaboración de Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, William Shakespeare, el ya mencionado Lope de Vega y todo un ejército de excelsos referentes en quienes se apoya la indestructible comicidad, la incisiva sátira, la implacable lucidez y el interminable ingenio de un genio.

Todo ello con un Introito ritual al fondo de escenario, flanqueado el celebrante por sendos candelabros pentaculares que, del mismo modo, clausuran la sesión teatral con invocaciones misteriosas a los hados que custodian el templo de Talía.

Francisco Javier Aguirre

 


viernes, 15 de marzo de 2024

UN DELICADO EQUILIBRIO. Crónica Teatral

 

UN DELICADO EQUILIBRIO. Crónica Teatral

Han transcurrido casi seis décadas desde que se estrenó ‘Un delicado equilibrio’, de Edward Albee (Premio Pulitzer de drama, en 1967), que estos días se ofrece en el Teatro Principal a partir de la traducción de Alicia Borrachero y Ben Temple, que son pareja desde hace veinte años y al mismo tiempo desempeñan los papeles estelares de la obra, bajo la dirección de Nelson Valente.

No han variado mucho las circunstancias y el esquema de la familia americana acomodada que a lo largo de este tiempo se ha trasplantado a nuestra geografía social. Desencuentro matrimonial solapado, tragedia familiar mal encajada por la muerte de un hijo, rebeldía y sucesivos fracasos emocionales de la hija, injerencia de otros miembros de la familia y, como colofón, la aparición de una pareja de amigos íntimos, Harry y Edna, que invaden el espacio familiar aquejados de un incomprensible –por impreciso– terror vital.

Todos estos ingredientes dan lugar a una obra cuyo título ya es significativo, puesto que nos plantea la inestabilidad emocional, gran azote de la sociedad contemporánea.  Alude a las crisis del mundo occidental pero, sobre todo, al ocaso de la seguridad como una sensación aprehensiva; vamos construyendo signos y formas que nos refuerzan la ilusión de lo concreto y lo confiable, mientras esa misma realidad se va desmoronando a ojos vista.

La pieza de Albee va de menos a más en sus cuatro escenas desarrolladas en un mismo escenario, pero separadas mediante la zona oscura y el sonido chirriante de unos crótalos. El inicio estuvo un tanto lastrado por la falta de proyección de la voz de la protagonista Agnes, a quien da vida Alicia Borrachero, en contraste con la clara dicción de Tobías, su marido, encarnado por Ben Temple, de quien es notoria su procedencia lingüística anglosajona por un acento que no es óbice para su correcta dicción en castellano tras varias décadas residiendo en España. 

La trama no ofrece especial complicación hasta que aparecen Harry y Edna, la pareja de amigos íntimos, que  interpretan Juan Bentallé y Cristina de Inza, para desequilibrar la situación, y seguidamente Julia, la hija de Agnes y Tobías, que encarna Anna Moliner. Ella, víctima del fracaso y la histeria, acabará con el delicado equilibrio mantenido hasta entonces.

La escenografía de Lúa Quiroga, desarrollada en dos planos, el segundo de ellos sugerido mediante una rampa, simboliza bien las rupturas internas de los personajes en el terreno emocional.

No acaba de resolverse el asunto de la amplificación en un recinto tan amplio como el Teatro Principal. El anterior estreno, ‘La Regenta’, no planteó ninguna dificultad, cosa que sí ocurre con ‘Un delicado equilibrio’.

Francisco Javier Aguirre

viernes, 8 de marzo de 2024

LA REGENTA. Crónica Teatral

 

LA REGENTA. Crónica Teatral

Si Clarín hubiera conocido las teorías de Freud, hubiera encontrado un nombre para la dolencia de doña Ana Ozores: la neurastenia. Una joven y hermosa mujer casada que no vive satisfecha sexualmente, padece una dolencia psíquica que la puede conducir por derroteros distintos a los socialmente convenidos. El desempeño de Ana Ruiz en ese papel, resulta convincente a lo largo de su interpretación.

Este es uno de los puntos de referencia de la versión que ha hecho Eduardo Galán de la novela de Leopoldo Alas que, tras su estreno en Madrid a primeros del pasado febrero, se está interpretando estos días en el Teatro Principal de Zaragoza, bajo la dirección de Helena Pimenta.

El segundo conflicto es el materno-filial que se desarrolla entre don Fermín de Pas, el canónigo magistral de la catedral, interpretado por  Alex Gadea, y su señora madre, doña Paula, a la que da vida con sobrada insidia Pepa Pedroche. La codicia como vehículo para el dominio social en todos los órdenes, es el principio que trata de inculcar a su hijo.

La prolija narración que pasa por ser una de las cimas de la literatura decimonónica española, se concreta de este modo en la mencionada adaptación teatral, cuyo autor reconoce que intenta defender el derecho de la mujer a elegir su destino, aunque no coincida con la moral reinante. Ha enfocado la historia desde el punto de vista de Ana Ozores, que será castigada con el abandono y un final trágico.

El lenguaje de los diálogos conserva el sabor de la época, evitando arcaísmos, aunque el desarrollo escénico resulta un tanto frío y estereotipado,  a pesar del empeño de la directora en suplir con gestos e inflexiones de voz los movimientos internos y externos de los protagonistas.

Los ocho intérpretes en quienes se concentran los conflictos (dos de ellos duplicando personaje) desempeñan con seguridad su papel, destacando la rotundidad melosa de Jacobo Dicenta como el donjuán escurridizo que es Álvaro Mesía, enfrentado de manera ladina al ingenuo marido de Ana, el Regente jubilado, a quien da vida Joaquín Notario, por una parte, y por otra a don Fermín, el canónigo magistral, con quien mantiene un pugilato de forma más subrepticia.

Una ingeniosa escenografía de carácter minimalista permite, dentro de su austeridad, desarrollar una dramaturgia compleja apoyada en un habilidoso manejo de la luminotecnia y una sutil banda sonora que aromatiza de algún modo la tensión del espectáculo.

Francisco Javier Aguirre