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viernes, 14 de noviembre de 2025

LA BARRACA. Crónica teatral

 

LA BARRACA. Crónica teatral

Sobre la popular novela de Blasco Ibáñez, Marta Torres ha elaborado una dramaturgia impactante en todos los órdenes. La obra que se está ofreciendo esta semana en el Teatro Principal consigue fundir épocas, aplicando nuevas formas estéticas a una trama surgida del naturalismo. 

La dirección de Magüi Mira imprime a la pieza un carácter dinámico y preciosista que resalta el dramatismo de la situación. Todos los elementos encajan dentro de una idea madre, referida a conseguir la fusión de la imagen, el gesto, la voz, la luz y la música, incorporando las expresivas coreografías de Marta Gómez que vinculan las escenas entre sí. José Manuel Guerra ha estudiado en detalle los efectos de la iluminación que resaltan los momentos más álgidos de la obra. Del mismo modo, la música de Santi Martínez imprime intenso color al drama, siendo determinante en la escena de la muerte del pequeño Pasqualet. El elenco interpretativo muestra una coherencia compacta, con una gestualidad y una vocalización llenas de sentido. Cada uno de los actores, en sus diversos papeles, encaja a la perfección con la dinámica común.

La recreación con mimbres actuales de una anécdota de finales del siglo XIX, significa que los problemas antiguos persisten, e incluso se agravan en los tiempos modernos, en alusión directa a los conflictos que hoy desatan en buena parte del mundo las migraciones. Obras de este cariz satisfacen las formulaciones estéticas más exigentes, al tiempo que inducen a la reflexión sobre situaciones concretas patentes para los ojos abiertos y los oídos despiertos. 

 ‘La barraca’ es una historia de siempre que nos habla de la eterna lucha entre la razón y la violencia, de una comunidad enferma con comportamientos salvajes. Una historia que nos habla de la identidad tan necesaria que nos da el arraigo a la tierra en la que nacemos. Esa tierra que se convierte en desierto sin su alimento principal, el agua, señala Magüi Mira resumiendo el espíritu de la obra.

Francisco Javier Aguirre

 

 

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