AGAMENÓN Y CLEOPATRA
Ocurrió durante la guerra de Troya. En el tercer
asalto de los aqueos a la ciudad. Esto no lo cuenta Homero porque nadie lo
registró en pergamino ni en papiro, ni siquiera en ese tablón de anuncios
inmaterial que es la memoria grabada en la mente humana. Aquella noche Agamenón
soñó una aventura con Cleopatra, que aún no había nacido. Pero un ángel de
Yahveh, que ya existía desde antes de la Creación, le hizo avanzar siglos en la
realidad onírica. Al despertar, Agamenón buscó a Cleopatra entre las siervas
que atendían a los guerreros, y después entre las hetairas que se les ofrecían para
el placer en los momentos de relax. No la encontró porque el ángel de Yahveh,
que ya existía desde antes de la Creación, le jugó una mala pasada. Fue él
quien se quedó con Cleopatra después de transfigurarse en Marco Antonio. El
alma errante de Agamenón nunca le perdonó el engaño a pesar de que
transcurrieron más de once siglos y medio tras el sueño. Pero Cleopatra siempre
le echó de menos en secreto.
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