“Viaja
por el interior. Viaja por nuestras costas. Vive aventuras en nuestras islas.
Haz rutas a pie, en bicicleta, en coche. Y luego cuéntanos una historia de
viajes, ambientada este verano, y participa en el nuevo concurso…” leo en una
entrada de mi bandeja del correo electrónico, hoy, 14 de julio.
Estoy
sentado pensando que hoy, precisamente hoy, me hubiera gustado viajar a Francia,
celebrar su fiesta nacional rodeado de gente feliz, aunque algo apocada por la
mascarilla y, mientras tanto, me traspasa la ráfaga de una canción de Edith
Piaf, tal vez poco conocida, titulada ‘Quatorze Juillet’, que comienza así: “Il me
vient par la fenêtre les musiques de la rue, chaque estrade a son orchestre, chaque
bal a sa cohue…”
Dejo
que la fantasía vuele, no puedo retroceder 53 años, aunque París bien vale un
recuerdo –los tiempos no son tan piadosos como antaño– pero, además, el viaje
tiene que ser interior, lo dice muy claro la convocatoria: “nuestras costas,
nuestras islas, a pie, en bicicleta, en coche…”. Hoy, a París iría en avión.
Nada que hacer, no podría contarlo, no voy a empeñarme en un imposible.
Tampoco
puedo volar a Atenas, está fuera de circuito. ¿Que qué haría en Atenas? Darle
un abrazo a Mikis Theodorakis, el gran músico griego autor de esa canción que
cantaba Edith Piaf, además de otras mil. Un abrazo, simplemente un abrazo
porque el próximo día 29, último miércoles de este mes de julio, el genio que
inmortalizó melódicamente a Alexis Zorba y a su sirtaki, la danza imaginada por
su colega Giorgos Provias para la película de Cacoyannis, cumplirá 95 años. Le
escribiré, me contentaré con eso.
De
modo que me pongo a viajar por el interior frenéticamente. Paso como una
exhalación por la comarca del Matarraña turolense, aunque deteniéndome unos minutos
en Calaceite y otros más en Valderrobres, para tomar resuello. Luego, camino de
la costa, nuestra costa, esa preferencia que tenemos los zaragozanos por el
tramo mediterráneo que va de Salou a Peñíscola, y aún prosigo hacia Oropesa y
Benicàssim. Es un desplazamiento rápido, con imprescindibles incursiones hacia
el interior, pongamos Morella, por ejemplo, o Vilafamès, o Alcora y sus
cerámicas… un sin parar de arte y de paisajes, con los naranjos ya prometiendo
cosecha nueva.
Y después, un
recorrido veloz por Sagunto, su judería, su teatro romano, su castillo… para
llegar a Valencia y embarcar hacia las islas, primero las Pitiusas y luego
Mallorca y Menorca, que todas entran en programa.
Tres horas
deliciosas en este viaje interior, porque desde que me quedé paralítico me
resulta cada día más difícil hacerlo exterior.
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