martes, 14 de julio de 2020

COMO UNA EXHALACIÓN


“Viaja por el interior. Viaja por nuestras costas. Vive aventuras en nuestras islas. Haz rutas a pie, en bicicleta, en coche. Y luego cuéntanos una historia de viajes, ambientada este verano, y participa en el nuevo concurso…” leo en una entrada de mi bandeja del correo electrónico, hoy, 14 de julio.
Estoy sentado pensando que hoy, precisamente hoy, me hubiera gustado viajar a Francia, celebrar su fiesta nacional rodeado de gente feliz, aunque algo apocada por la mascarilla y, mientras tanto, me traspasa la ráfaga de una canción de Edith Piaf, tal vez poco conocida, titulada ‘Quatorze Juillet’, que comienza así: Il me vient par la fenêtre les musiques de la rue, chaque estrade a son orchestre, chaque bal a sa cohue…”
Dejo que la fantasía vuele, no puedo retroceder 53 años, aunque París bien vale un recuerdo –los tiempos no son tan piadosos como antaño– pero, además, el viaje tiene que ser interior, lo dice muy claro la convocatoria: “nuestras costas, nuestras islas, a pie, en bicicleta, en coche…”. Hoy, a París iría en avión. Nada que hacer, no podría contarlo, no voy a empeñarme en un imposible.
Tampoco puedo volar a Atenas, está fuera de circuito. ¿Que qué haría en Atenas? Darle un abrazo a Mikis Theodorakis, el gran músico griego autor de esa canción que cantaba Edith Piaf, además de otras mil. Un abrazo, simplemente un abrazo porque el próximo día 29, último miércoles de este mes de julio, el genio que inmortalizó melódicamente a Alexis Zorba y a su sirtaki, la danza imaginada por su colega Giorgos Provias para la película de Cacoyannis, cumplirá 95 años. Le escribiré, me contentaré con eso.
De modo que me pongo a viajar por el interior frenéticamente. Paso como una exhalación por la comarca del Matarraña turolense, aunque deteniéndome unos minutos en Calaceite y otros más en Valderrobres, para tomar resuello. Luego, camino de la costa, nuestra costa, esa preferencia que tenemos los zaragozanos por el tramo mediterráneo que va de Salou a Peñíscola, y aún prosigo hacia Oropesa y Benicàssim. Es un desplazamiento rápido, con imprescindibles incursiones hacia el interior, pongamos Morella, por ejemplo, o Vilafamès, o Alcora y sus cerámicas… un sin parar de arte y de paisajes, con los naranjos ya prometiendo cosecha nueva.
Y después, un recorrido veloz por Sagunto, su judería, su teatro romano, su castillo… para llegar a Valencia y embarcar hacia las islas, primero las Pitiusas y luego Mallorca y Menorca, que todas entran en programa.
Tres horas deliciosas en este viaje interior, porque desde que me quedé paralítico me resulta cada día más difícil hacerlo exterior.

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