NUMANCIA,
de Miguel de Cervantes. CRÓNICA TEATRAL
La
representación de la Numancia, de
Cervantes, que ha ofrecido la compañía segoviana Nao d’Amores, bajo la
dirección de Ana Zamora, en el Teatro de la Estación, este fin de semana, ha
resultado una obra realmente impactante. Un montaje de protagonismos
alternativos da lugar a la comprensión circular de un texto sabiamente
versificado, que los intérpretes traducen con verdadera introspección. Se
trasciende la mera anécdota para profundizar en los significados ocultos de los
sentimientos, que mueven tanto a los romanos como a los numantinos para actuar
de la forma en que lo hacen.
La
utilización del espacio escénico está muy bien diseñada porque permite
establecer tanto el campo de batalla desde el punto de vista del asedio como
del de la resistencia.
La
diversificación de varios de los actores se sigue con facilidad. Hay una
continuidad en la acción que apenas toma pausa cuando han de cambiar o
despojarse del vestuario, momento tenso de la obra al significar a través de la
desnudez la indefensión del pueblo numantino y su carencia de alimentos.
La
combinación de músicas medievales y renacentistas da verosimilitud a la obra de
Cervantes, lo mismo que los sonidos supuestamente originales de la época romana,
de carácter bélico, que abren el espectáculo creando un ambiente tenso que va
diversificándose a medida que avanza la acción. La combinación de los
instrumentos individuales con el órgano positivo que hace de bajo continuo, o
pedal, mantiene una situación tensa y eleva el marco sonoro a la dimensión de
una cantata de carácter épico.
En la obra pueden distinguirse dos partes,
dado que la primera enfrenta el problema global con la oportuna alternancia de
situaciones colectivas por parte de los bandos contendientes, y en la segunda
hay un descenso al elemento emocional en la pareja de enamorados que amplían su
drama con la presencia de otros familiares.
Es de
gran impacto el cuadro en el que se ofrece a los famélicos sitiados pan robado
a los romanos, pero envuelto en un paño ensangrentado. El sentido de sacrificio
colectivo y de solidaridad en la desgracia para
defender la libertad como bien último, es el mensaje del autor que los
actores expresan de forma elocuente.
Preciso
y dinámico el montaje, tanto escénico como musical. El único inconveniente a
señalar es que la movilización permanente de capas y vestimentas provoca en el
ambiente una densificación del aire que llega a molestar. Numancia no pereció
entre las llamas y el humo, por lo que quizá debiera revisarse ese pequeño
detalle.
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