Medio Siglo de Traductor
Hace unos meses regalé a un amigo un libro infantil para sus nietas. No le dije nada, pero al poco tiempo descubrió que yo era el traductor. Es un bibliófilo de fuste que examina los libros de arriba abajo y descubrió mi nombre en la página de créditos. «No sabía yo esto», me dijo, y a continuación me preguntó cuántos libros había traducido. Le respondí que unos cincuenta, y quiso saber desde cuándo me dedicaba a ese menester humilde, vicario y en general poco valorado. Ahora pude darle una fecha exacta: desde hace medio siglo. «¡Medio siglo!», se sorprendió. Sí, mi primera traducción es de 1972.
“Hannibal March en History”, publicada por Espasa-Calpe, en 1974, como “La expedición de Aníbal en la historia” (colección ‘Austral’ nº 1568), fue mi primera incursión en el mundo de la traducción. Un minucioso estudio de los caminos que pudo seguir Aníbal para atravesar los Alpes. Aquel verano, traducido ya el libro, fui con mi mujer y una canadiense (tienda de campaña, advierto) a ver si descubría yo la verdadera ruta sobre la que Tito Livio, Polibio, el propio Napoleón y otros historiadores no se ponían de acuerdo. Nuestro único descubrimiento fue que se habían borrado las huellas de los elefantes.
Mi última traducción, en 2022, es el libro infantil referido. En medio, una variada colección de textos de tema humanístico, entre los que podría destacar las obras completas de Sandor Ferenczi, discípulo y yerno de Freud, que publicó también Espasa-Calpe en cuatro densos volúmenes titulados en conjunto “Psicoanálisis”. O libros tan curiosos como una biografía de Yasser Arafat, que aún vivía cuando se publicó en 1991, y que tuve el gusto de enviársela. Y así hasta medio centenar de libros.
Pues eso, medio
siglo de traductor, 1972-2022.
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