HAZAÑA
Estoy
perdido. Se me han descosido los hilos de los pies. Ahora cada dedo rueda a su
bola. Tengo que buscar una fórmula para que vuelvan a mandamiento. Si no, me
llevarán piano-piano a un horizonte lejano. Qué bonita consonancia. Con lo bien
que se vive aquí. Voy a buscar una costurera o costurero, un sastre o una sastra.
Ellos arreglarán el desaguisado. O mejor una modista o modisto que ponga arte
en la concordia. Ya lo tengo. Incluso pueden ser de diez modists –cinco ellas,
cinco ellos– ‘a simultaneo’, sin acento esdrújulo, como escribirían los latinos reciclados, quienes pongan el remedio. Los dedos de mis manos están
recomponiendo el descosido de mis pies. Hazaña.
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