Reconozco el reverso de tu piel,
las voces interiores de unos besos
recogidos al azar.
Me atraviesan las horas
mientras lamo
la sospecha de tu luz,
la flor de una conquista
sin sus pétalos,
la sonrosada aurora
del misterio.
Quisiera serlo todo desde dentro:
una realidad osmótica,
un ente cosmogónico,
un aliento exhalado con tus siglas
reducidas a
la mínima expresión,
la que
suena al diluirse
el susurro del
silencio.
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