UN DELICADO EQUILIBRIO. Crónica Teatral
Han transcurrido casi seis
décadas desde que se estrenó ‘Un delicado equilibrio’, de Edward Albee (Premio
Pulitzer de drama, en 1967), que estos días se ofrece en el Teatro Principal a
partir de la traducción de Alicia Borrachero y Ben Temple, que son pareja desde
hace veinte años y al mismo tiempo desempeñan los papeles estelares de la obra,
bajo la dirección de Nelson Valente.
No han variado mucho las
circunstancias y el esquema de la familia americana acomodada que a lo largo de
este tiempo se ha trasplantado a nuestra geografía social. Desencuentro
matrimonial solapado, tragedia familiar mal encajada por la muerte de un hijo,
rebeldía y sucesivos fracasos emocionales de la hija, injerencia de otros
miembros de la familia y, como colofón, la aparición de una pareja de amigos
íntimos, Harry y Edna, que invaden el espacio familiar aquejados de un
incomprensible –por impreciso– terror vital.
Todos estos ingredientes dan
lugar a una obra cuyo título ya es significativo, puesto que nos plantea la
inestabilidad emocional, gran azote de la sociedad contemporánea. Alude a las crisis del
mundo occidental pero, sobre todo, al ocaso de la seguridad como una sensación
aprehensiva; vamos construyendo signos y formas que nos refuerzan la ilusión de
lo concreto y lo confiable, mientras esa misma realidad se va desmoronando a ojos
vista.
La pieza de Albee va de
menos a más en sus cuatro escenas desarrolladas en un mismo escenario, pero separadas
mediante la zona oscura y el sonido chirriante de unos crótalos. El inicio estuvo
un tanto lastrado por la falta de proyección de la voz de la protagonista Agnes,
a quien da vida Alicia Borrachero, en contraste con la clara dicción de Tobías,
su marido, encarnado por Ben Temple, de quien es notoria su procedencia
lingüística anglosajona por un acento que no es óbice para su correcta dicción en
castellano tras varias décadas residiendo en España.
La trama no ofrece especial
complicación hasta que aparecen Harry y Edna, la pareja de amigos íntimos, que interpretan Juan Bentallé y Cristina de Inza, para
desequilibrar la situación, y seguidamente Julia, la hija de Agnes y Tobías, que
encarna Anna Moliner. Ella, víctima del fracaso y la histeria, acabará con el
delicado equilibrio mantenido hasta entonces.
La escenografía de Lúa
Quiroga, desarrollada en dos planos, el segundo de ellos sugerido mediante una
rampa, simboliza bien las rupturas internas de los personajes en el terreno emocional.
No acaba de resolverse el
asunto de la amplificación en un recinto tan amplio como el Teatro Principal.
El anterior estreno, ‘La Regenta’, no planteó ninguna dificultad, cosa que sí
ocurre con ‘Un delicado equilibrio’.
Francisco
Javier Aguirre
No hay comentarios:
Publicar un comentario