sábado, 7 de septiembre de 2024

EL BRUJO. MI VIDA EN EL ARTE. Crónica Teatral

 

EL BRUJO. MI VIDA EN EL ARTE. Crónica Teatral

Asistir a un espectáculo de Rafael Álvarez, ‘El Brujo’, es algo que imprime carácter, como se afirmaba, y tal vez se sigue haciendo, en relación con algunos actos sacramentales de la religión cristiana. La conjunción de la profundidad conceptual y de la comicidad inteligente está asegurada. Este espécimen artístico, único en su género, lo ha confirmado una vez más con su actuación programada este fin de semana en el Teatro de las Esquinas. Presentarse al público con el propósito de ‘explorar la nada’ representa un punto álgido de la audacia escénica, a pesar de que la práctica totalidad de los asistentes saben a lo que van. 

Acompañado por su habitual contrapunto sonoro, Javier Alejano, cómplice locuaz del espectáculo a pesar de su predominante silencio, El Brujo articula un discurso capaz de hacer confluir las vivencias místicas con las realidades mostrencas de la política contemporánea, capaz de convertir a San Juan de la Cruz en un héroe y un villano simultáneamente, capaz de enfrentar al 'poverello' Francisco de Asís con el imperio vaticano, dejando en evidencia las contradicciones que gobiernan nuestro piadoso sentido de la espiritualidad.

En el espectáculo comentado, Rafael Álvarez advierte que hoy y mañana (este sábado 7 y el domingo 8, donde va a seguir actuando en un Teatro de las Esquinas abarrotado), lo que vaya a ocurrir es impredecible porque va a depender de los asistentes. Es un reto difuso pero contundente, que sitúa al público en la tesitura de aplaudir o de mantener un silencio sepulcral para no perderse ni una sílaba del discurso del artista. Su gesto no es nunca repetitivo, sino introspectivo, porque ahonda en las emociones profundas que sustentan la atención de cada uno de los presentes.

La actuación de El Brujo se aparta por completo de los monólogos ordinarios, por extraordinarios que sean. Ha conseguido crear un género propio, más allá de su propio estilo, una manera peculiar de ser, de estar, de moverse, de reírse, de expresarse. Por ello puedo dar testimonio de que más de una persona va a intentar acudir a todas las sesiones actuales y futuras en las que Rafael Álvarez se deje gobernar por el público, algo de lo que él mismo alardea. ¡Qué genio!

Francisco Javier Aguirre

 

 

 

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