EL BRUJO. MI VIDA EN EL ARTE. Crónica Teatral
Asistir a un
espectáculo de Rafael Álvarez, ‘El Brujo’, es algo que imprime carácter, como
se afirmaba, y tal vez se sigue haciendo, en relación con algunos actos sacramentales
de la religión cristiana. La conjunción de la profundidad conceptual y de la
comicidad inteligente está asegurada. Este espécimen artístico, único en su
género, lo ha confirmado una vez más con su actuación programada este fin de
semana en el Teatro de las Esquinas. Presentarse al público con el propósito de
‘explorar la nada’ representa un punto álgido de la audacia escénica, a pesar
de que la práctica totalidad de los asistentes saben a lo que van.
Acompañado
por su habitual contrapunto sonoro, Javier Alejano, cómplice locuaz del
espectáculo a pesar de su predominante silencio, El Brujo articula un discurso
capaz de hacer confluir las vivencias místicas con las realidades mostrencas de
la política contemporánea, capaz de convertir a San Juan de la Cruz en un héroe
y un villano simultáneamente, capaz de enfrentar al 'poverello' Francisco de
Asís con el imperio vaticano, dejando en evidencia las contradicciones que
gobiernan nuestro piadoso sentido de la espiritualidad.
En el
espectáculo comentado, Rafael Álvarez advierte que hoy y mañana (este sábado 7
y el domingo 8, donde va a seguir actuando en un Teatro de las Esquinas
abarrotado), lo que vaya a ocurrir es impredecible porque va a depender de los
asistentes. Es un reto difuso pero contundente, que sitúa al público en la
tesitura de aplaudir o de mantener un silencio sepulcral para no perderse ni
una sílaba del discurso del artista. Su gesto no es nunca repetitivo, sino
introspectivo, porque ahonda en las emociones profundas que sustentan la atención
de cada uno de los presentes.
La actuación de El Brujo se aparta por completo de los monólogos ordinarios, por extraordinarios que sean. Ha conseguido crear un género propio, más allá de su propio estilo, una manera peculiar de ser, de estar, de moverse, de reírse, de expresarse. Por ello puedo dar testimonio de que más de una persona va a intentar acudir a todas las sesiones actuales y futuras en las que Rafael Álvarez se deje gobernar por el público, algo de lo que él mismo alardea. ¡Qué genio!
Francisco Javier Aguirre
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