viernes, 6 de septiembre de 2024

FOREVER VAN GOGH. Crónica teatral

 

FOREVER VAN GOGH. Crónica teatral

Los autores se engalanan en sus Memorias y Autobiografías, pero se desnudan en su correspondencia privada cuando las misivas no están destinadas a la publicación. Este es el basamento literario sobre el que se ha construido la magnífica obra dramática con la que se ha iniciado, el jueves día 5, la celebración del 225 aniversario del Teatro Principal de Zaragoza. 

Las cartas que envió Vincent van Gogh a su hermano Theo, fueron recuperadas tras la muerte de ambos, y hoy son conocidas. Suponen varios centenares de propuestas, reflexiones, pensamientos, confesiones e intimidades entre dos seres que mantuvieron una intensa relación, incluso de dependencia económica por parte del mayor de ellos, Vincent, que ha quedado para la posteridad como uno de los mayores artistas de finales del siglo XIX. 

Sobre estas bases literarias, Ignasi Vidal ha elaborado unos textos altamente expresivos, trasladando varias de las cartas a la fórmula de diálogo entre los personajes de la obra. Aunque la trama se centre en los diez últimos años de vida del artista e incluya alguna circunstancia posterior, la esencia del pensamiento del protagonista queda clara a lo largo del espectáculo.

El fondo es un desfile de ideas filosóficas, políticas, religiosas, sociales, emocionales… y un retrato fidedigno de la compleja psicología del artista, que incluso lo llevó a ser ingresado en un manicomio.

Si el fondo es magnífico, no le va a la zaga la forma, es decir la multiplicidad de recursos utilizados, tanto visuales como audibles, para envolver la historia del genio prematuramente fallecido en un halo de verosimilitud al que contribuyen las técnicas más avanzadas de la inteligencia artificial. Todo el espectáculo está lleno de aciertos cuya enumeración resultaría prolija, de modo que únicamente señalaré un pequeño detalle que no perjudica en exceso el desarrollo de la obra: se trata de la precipitación con la que algunos actores desarrollan sus diálogos.

Aunque habría que citar a todos los componentes del estreno zaragozano, es imprescindible mencionar al coreógrafo Chevi Muraday y al músico Ara Malikian, quien ha compuesto una excepcional banda sonora, sin olvidar por supuesto a Simón García, el violinista que interpreta su partitura de forma magnífica.

 

Francisco Javier Aguirre

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