SER O NO SER. Crónica
Teatral.
La historia, entre
crítica y sarcástica, escrita por Melchor Lengyel y convertida en guión
cinematográfico por Edwin Mayer, sobre la invasión nazi de Polonia en 1939, fue
plasmada en la pantalla por Ernst Lubitsch, en 1942, obteniendo un éxito
memorable.
Ha sido la compañía Okapi Producciones la que ha presentado la versión
teatral de esta historia en el Teatro Principal, a partir del 4 de enero, con
aforo completo y enorme entusiasmo por parte del público. La adaptación de
Bernardo Sánchez respeta el guión original para la escena de Nick Withby, y la
compañía que encabeza Juan Echanove, director del espectáculo además de su
principal intérprete, borda el texto tras muchos meses de éxito en los
escenarios de Madrid.
Las interpretaciones son verosímiles y muy matizadas, destacando la de
Lucía Quintana, como señora Tura, única mujer en escena y también la única que
no dobla o triplica su papel, porque su presencia lo llena todo, prestando a la
representación un aroma de sensualidad controlada, siendo el prototipo de la
mujer moderna que sabe dominar situaciones comprometidas.
El resto del elenco se multiplica en todos los casos, comenzando por el
protagonista, un señor Tura que Juan Echanove encarna con absoluto rigor, así como el resto de las
personalidades que adopta en el complot contra la Gestapo que sigue su rastro.
El montaje de la trama es ágil, a veces frenético, por el trasiego de los
espacios escénicos donde transcurre la acción, a partir del teatro Turowski, en
el que el matrimonio Tura y su compañía van a representar el ‘Hamlet’, de
Shakespeare, cuando sobreviene la ocupación nazi de Varsovia. Aunque las
escenas están muy bien secuenciadas, hay en el inicio un exceso en el tono de la
farsa y queda un tanto desvaída la primera aparición del aviador-mensajero que
establecerá contacto con Inglaterra.
Los fondos ambientales fácilmente intercambiables son simples, pero elocuentes,
completando una escenografía sencilla y eficaz que gira en torno a una escalera
multifunción.
Las proyecciones cinematográficas que ilustran el momento histórico son
oportunas y la música a cargo de José Recacha subraya los momentos cómicos y
dramáticos, recurriendo a melodías alusivas y a la deconstrucción de una danza
popular de Brahms como leit-motiv de las tensas situaciones que viven los
intérpretes.
Francisco Javier Aguirre
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