LA ABDICACIÓN. Crónica Teatral
En
el plazo de dos semanas vamos a poder disfrutar en Zaragoza de la actuación de
uno de los actores, directores y dramaturgos más cotizados no solo en nuestra
región, sino también en otras latitudes. Francisco Ortega ha realizado una labor
de gran nivel a lo largo de su carrera en todas las facetas de la misma, siendo
también un escritor muy cotizado.
La
primera de las intervenciones ha tenido lugar este fin de semana en el Teatro
de la Estación al poner en escena el texto de Albert de la Torre ‘La abdicación’,
dirigido por Ramón Simó. En la segunda, ocupará las tablas del Teatro del
Mercado, el próximo fin de semana, con la versión que Jordi Coca ha realizado
de ‘La última cinta de Krapp’, original de Samuel Beckett, premio Nobel en
1969.
‘La abdicación’
es una pieza cuyo título nos remite a recientes acontecimientos en la política
española, pero eso no deja de ser un espejismo porque en realidad el texto
trasciende ese episodio real para instalarse en un plano simbólico en el que se
incluyen temas políticos, económicos, sociales, protocolarios, domésticos y
hasta pormenores de la órbita íntima del monarca que decide abandonar su puesto
porque, paradójicamente, se considera un rey republicano.
La
pieza tiene mucha comicidad y una estructura dramática singular, con grabaciones
videográficas móviles y numerosos guiños al espectador, como ese final donde se
llega a identificar al protagonista con el piloto de ‘El Principito’.
He
de señalar una anomalía en el texto, cuando el rey saliente proclama su
admiración por ‘La Marsellesa’ dado que contiene, según dice, los tres principios emblemáticos de la Revolución
Francesa: Liberté, Égalité, Fraternité.
La realidad escueta es que en ese himno, como señalé en mi novela ‘Iberterra, el
nacimiento de una nación’, publicada por
Ònix Editor en 2016, el texto oficial completo solo incluye el término ‘Liberté’
en la sexta estrofa del mismo, que nadie canta de ordinario. Las otras dos
luminarias que orientan la actividad política del país vecino, ni siquiera
asoman en su himno nacional.
Francisco
Javier Aguirre
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