LA NOCHE DE LAS ALMAS ABIERTAS. Crónica Teatral
Si algo caracteriza a la sociedad contemporánea es la degeneración. Este proceso perceptible desde muchos puntos de vista se ha trasladado al teatro en la obra de Miguel Ángel Mañas, que bajo la dirección de Diego Palacio han interpretado María Pérez Collados, Inma Oliver, Alex Aldea y Jesús Bernal durante la semana que ahora finaliza en el zaragozano Teatro del Mercado.
La trama nos presenta a cuatro personajes en plena decadencia dentro de un ambiente opresivo en el que cada cual trata de sobrevivir cargado de pesadumbres antiguas. En un destartalado bar de la zona más depauperada de la ciudad, se encuentra una drogadicta en plena demolición, personaje espléndidamente interpretado por Inma Oliver, que se apoya en la dueña del antro a la que da vida María Pérez Collados de una forma muy convincente, tanto por su gestión dramática como por las incursiones musicales, en las que se advierte que no es una cantante ocasional, sino profesional.
Junto a estas dos mujeres, se halla un
profesor de literatura que ha perdido a su pareja y desiste de cualquier
esperanza en el futuro. Para completar el cuadro, aparece intermitentemente un
hombre desenraizado y desarraigado de sí mismo que intenta volver a su
domicilio, aunque ignora dónde está.
Este desolador panorama, que es un símbolo de la decadencia social en términos filosóficos y psicológicos, está acompañado por una soberbia banda sonora debida a Luis Villafañe, consolidando un espectáculo de gran densidad simbólica al plantear una distopía en la que la destrucción, no solamente de los libros sino del propio espíritu humano sometido a un control impreciso y a la tiranía de sus necesidades elementales, parece amenazar a todos con un cataclismo, algo que el personaje de Alex Aldea viene fraguando mediante un artefacto explosivo que lleva adherido a su cuerpo y que finalmente provocará la tragedia.
El acento apocalíptico, al mismo tiempo que poético en algunos fragmentos del texto, así como la interpretación, en la que sobresalen las dos actrices, dan a la obra un sentido de trascendencia perdurable.
Francisco Javier Aguirre
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