PETER,
EL MUSICAL. Crónica Teatral
Finalmente ha llegado a Zaragoza, al palacio de Exposiciones
y Congresos de la Expo, espectáculo ‘Peter, el musical’, que ha triunfado en
toda España: Alicante, Avilés, Albacete, Soria, Vitoria, Bilbao, Logroño, San
Sebastián, y por supuesto Valencia, donde se estrenó, así como Sevilla, Madrid
y Barcelona. Aún volverá a Valencia y a Madrid en los próximos meses de enero y
febrero, tras finalizar las representaciones en nuestra ciudad de la fantástica
y fantasiosa historia de Peter Pan.
La razón de tan amplio despliegue es evidente para quien haya
podido contemplar el montaje. La actriz y coreógrafa Silvia Villaú da vida al
famoso personaje que no quiere crecer. Sobre ella pesa además la
responsabilidad artística y la composición del libreto. A su lado, y bajo la
dirección de Tomás Padilla, con música de Pablo Pinilla ilustrando los cuadros
escénicos, intervienen catorce actores representando más de una treintena de personajes
que aparecen como cantantes, bailarines, acróbatas y especialistas.
El país de Nunca Jamás y la famosa historia de Peter Pan
recobran vida en esta superproducción española de Theatre Properties que ha
contado con las sorprendentes y minuciosas construcciones del Grupo Eventix.
Desde la recreación de una ideal casa londinense donde Wendy, John y Michael
conocen por primera vez a Peter Pan hasta el proceloso ‘Jolly Roger’, el barco
pirata del temido capitán Garfio con su tripulación a bordo. La escenografía,
las coreografías y la música se han creado expresamente para este espectáculo.
También sorprende la recreación del campamento de los
revoltosos Niños Perdidos, con sus instrumentos y atracciones, así como el
fondo del océano, donde habitan las sirenas, y el poblado de los indios guardando
sus secretos y mostrando sus habilidades en las danzas rituales. Precisamente
este es uno de los episodios de mayor fuerza expresiva a lo largo de la obra. Y
destaca sobre todos los demás, junto a la breve pero impactante escena en la
que los tres protagonistas clave, Peter, Wendy y sus hermanos, se desplazan en
un sorprendente y milimétrico vuelo aéreo.
La mecánica del montaje es también sorprendente. Sirva como
ejemplo la primera de las estructuras que aparece en escena, la casa de la
familia londinense, de 12 metros de anchura y 5 de altura, con automatismos
para moverse sigilosamente por el escenario. Es también llamativo el fondo
paisajístico ‘animado’, con vuelo de aves y chimeneas humeantes, que envuelve
muchos de los episodios.
En conjunto, la representación va de menos a más e incluye al
final la implicación de los espectadores, mediante presencias puntuales en
escena e invitaciones generales al canto y al movimiento acompasado con la
acción. Todo ello dirigido no solo a los niños, sino también a padres y
acompañantes, porque el espectáculo es de los que pueden caracterizarse
objetivamente ‘para todos los públicos’. Es acertada la transición entre los
sucesivos cuadros escénicos que realiza uno de los personajes adultos de la
obra, la señora Darling.
La obra representada en el teatro por primera vez en 1904,
tuvo su primera versión cinematográfica veinte años después, pronto hará un
siglo. A partir de ese momento han sido muchas las versiones realizadas, la
última de ellas estrenada en España el mes de abril de este mismo año 2023.
Francisco Javier Aguirre
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