REDADA FAMILIAR. Crónica Teatral
Estamos sitiados. El enemigo puede invadir nuestra propiedad y nuestras personas en un breve plazo. Una invasión en toda regla y prácticamente definitiva. Claro que el enemigo somos nosotros mismos.
Es el cañamazo sobre el que Antonio Muñoz de Mesa construye su comedia dramática ‘Redada familiar’ que el pasado domingo presentó el Teatro de Las Esquinas bajo la dirección de Olga Margallo. La obra, que lleva un año de exitoso recorrido por los escenarios, se subtitula ‘Una comedia para no fiarse de nadie’. De nuevo ese nadie somos nosotros mismos, cada uno en privado y todos en conjunto.
La familia protagonista ve interrumpida su cena por un agente de la Unidad de Delitos Informáticos, tras la sospecha de que alguno de sus miembros oculta actividades pornográficas ilegales y comunicaciones delictivas que han circulado a través de las redes sociales.
Cada uno de los personajes, entre los que destaca con luz propia el padre, interpretado por Mikel Laskurain, es sometido a un interrogatorio meticuloso por parte del comisario de la citada Unidad, tras haber realizado cada uno de ellos una auto confesión de sus actividades dudosas o irregulares a espaldas del resto de la familia.
Hay varios momentos impactantes en la obra, como la que realiza Aitor, el hijo, al encontrarse consigo mismo al otro lado de la puerta de la vivienda. Es también inquietante el análisis de su hermana Nerea, que solo aparece en pantalla, sobre los términos medios y la mediocridad.
El montaje es ingenioso, las interpretaciones de la pareja matrimonial muy verosímiles, algo más rígidas las del hijo y la del agente de la Unidad de Delitos Informáticos, resultando muy contrastada la de la hija en sus dos intervenciones virtuales.
La obra de Muñoz de Mesa destila una cierta comicidad a lo largo de la trama, aunque finaliza de forma trágica.
Francisco Javier Aguirre
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