BÚHO. Crónica Teatral
El Teatro del Mercado está ofreciendo estos días una obra singular por su
concepto y su realización. ‘Búho’ es una producción de la compañía Titzina, en la que Diego Lorca y Pako Merino han volcado toda su
creatividad para construir una pieza dramática que cuenta con dos valores
fundamentales: la trama y su interpretación.
Ya el título sugiere el contenido global de la propuesta por cuanto el
animal nocturno es un avezado buscador de la identidad en medio de la
oscuridad. Una oscuridad que se ha apoderado de la mente de Pablo, un
antropólogo forense especializado en yacimientos paleolíticos, tras sufrir un
ictus a consecuencia de un accidente.
La amnesia severa que padece es tratada por un especialista, dando lugar a
episodios donde la tragedia y la comedia se entrelazan con habilidad. El
proceso de recuperación ahonda en el problema de la identidad de una persona
sin memoria, alguien que bucea de forma reiterada en su pasado a través de un experto
psiquiatra, descubriendo esporádicamente en él episodios
trágicos y algunas circunstancias familiares condicionantes del presente.
Capítulo aparte merece la interpretación de ambos actores y creadores del
espectáculo, bien establecidos en su papel consciente, al mismo tiempo que
desarrollan un trabajo físico como exploradores de las profundidades,
conectando tanto con el pasado cavernícola de la humanidad como con el presente
subterráneo de la modernidad.
La banda sonora debida a Jonatan Bernabeu y Tomomi Kubo tiene gran
significado a lo largo de la obra, particularmente en uno de los episodios que
se perfila como una deconstrucción del Andante con moto del ‘Trio Nº 2, Op. 100’,
de Schubert, que en la soberbia película ‘Barry Lyndon’, de Kubrick, representa
el proceso constructivo de la personalidad
del protagonista, mientras que en ‘Búho’ se utiliza durante un largo pasaje para
subrayar la disolución de la memoria del antropólogo.
Como señala un crítico que asistió al estreno de la obra, “el texto de Lorca y Merino es un maravilloso documento literario, pero que necesita de las tablas para adquirir consistencia dramática. Realidad frente a virtualidad, en definitiva”.
Francisco Javier Aguirre
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