domingo, 5 de mayo de 2024

RABIA. Crónica Teatral

 

RABIA. Crónica Teatral

Claudio Tolcachir, que dentro de un año alcanzará el medio siglo, es un afamado actor, dramaturgo y director teatral de origen argentino pero también arraigado en España a través del espacio Timbre 4 que regenta en Madrid, como sucursal de apoyo de su empresa bonaerense.

 El pasado sábado, día 4, presentó en el zaragozano Teatro de Las Esquinas una versión dramatizada de la novela ‘Rabia’ del también argentino Sergio Bizzio, adaptada por Tolcachir en colaboración con Lautaro Perotti, María García de Oteyza y Mónica Acevedo.

Conocíamos desde hace tiempo a Tolcachir por obras propias como ‘La omisión de la familia Coleman’ o ‘Tercer Cuerpo’, presentadas en Zaragoza, e incluso como director de la versión dramatizada por Eduardo Galán de la novela de Miguel Delibes ‘Las guerras de nuestros antepasados’ que tuvo su estreno absoluto en nuestro Teatro Principal a comienzos de 2023. 

Ahora retorna a su papel de actor con ‘Rabia’, dirigida por él mismo y por Lautaro Perotti, sobre una dramaturgia sintética que utiliza una escalera giratoria para servir de soporte a la acción, apoyada también en sonidos imprecisos y ángulos de luz sugerentes.

La historia de un asesino llamado José María, atrapado voluntariamente en los espacios poco habitados de una mansión, llega a empatizar con el espectador mientras el protagonista va evolucionando a lo largo de varios meses dedicados al autoconocimiento y a la observación minuciosa de cualquier ruido o rumor que transcurra en el edificio donde su novia realiza las funciones de criada.

Claudio Tolcachir consigue que la sinuosa trama se instale en la cabeza del espectador y le transmita unas insospechadas dosis de simpatía, al mismo tiempo que la impregna de un sentido poético y simbólico en el que cabe tanto la ternura como el humor negro, hasta llegar a un final presagiado por el título, pero en cierto modo inesperado, que es el que da sentido tanto a la novela como a su versión dramatizada.

Todo ello adobado por la precisa vocalización del actor, su gestualidad y sus movimientos voluntariamente inseguros, más la cálida eufonía de su acento rioplatense.

Francisco Javier Aguirre

 

 

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