PLÁTANOS, CACAHUETES Y LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ. Crónica Teatral.
‘Lo que el viento se llevó’ pasa por ser la película más taquillera de la historia del cine, aunque en términos relativos. También puede ser una de las que han resultado más complicadas en cuanto a su producción. Este supuesto es la base de la obra ‘Plátanos, cacahuetes y lo que el viento se llevó’, de Ron Hutchinson, adaptada al castellano por Daniel Anglès, a partir de una versión teatral de José Troncoso, director así mismo de la obra, que se presentó en el Teatro Principal de Zaragoza el jueves, día 9 de marzo.
Tres personajes clave en el frenético proceso de elaboración de la película, el productor, el director y el guionista, asistidos por una infatigable secretaria, nos muestran la agitación y las contradicciones que durante cinco días atrapan al cuarteto, que únicamente va a poder alimentarse de plátanos y cacahuetes salados para dedicarse a modificar el guión y a ficcionar algunas de las secuencias del film.
Gonzalo de Castro interpreta al productor, David O. Selznick, Pedro Mari Sánchez al guionista Ben Hetch, José Bustos al director Victor Fleming, y Carmen Barrantes –oscense de adopción– a la señorita Poppenghul, la eficaz secretaria. Los cuatro realizan un ejercicio interpretativo vertiginoso, casi extenuante, tanto para ellos como para el público, que intenta seguir la frenética peripecia consistente en modificar y acortar, en ese breve lapso de tiempo, un guión cinematográfico de enorme complejidad, por cuanto el original hubiera dado lugar a una película de más de seis horas: bastante larga es ya la versión resultante que conocemos, que alcanza casi las cuatro.
La comedia está bien ambientada, consiguiendo
transmitir la sensación de claustrofobia y agotamiento que padecen los
protagonistas. La precipitación de los diálogos, sobre todo por parte de Gonzalo
de Castro, lastra en algunos momentos el ritmo. El espacio sonoro, original de
Mariano Marín, es el adecuado para esa época histórica. La obra en su conjunto tiene interés,
aunque su desarrollo es desigual y va de más a menos, hasta concluir en un
final predecible.
Francisco Javier Aguirre
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