TURANDOT. Crónica Teatral
El
sábado, día 4, se estrenó en el Teatro Principal de Zaragoza ‘Turandot’, última ópera de Giacomo Puccini, que ni siquiera
pudo verla terminada y representada.
Uno de los argumentos irrebatibles para defender el interés del público por este
título, es que las tres sesiones programadas tenían completo el aforo desde hace
varias semanas.
Este comentario es
incompleto. Va a referirse solo a los aspectos literarios y
escénicos que constituyen una de las bases del espectáculo, admitiendo que el elemento fundamental de la ópera es
sin duda su música. Incluso en mayor grado que el sucedáneo moderno llamado ‘musical’.
El
tema daría para un largo debate, que desborda la intención de estas reflexiones. De cualquier modo, queda aparcada la valoración de la partitura
del maestro italiano, reconociendo de nuevo que el
componente fundamental de una ópera es su música. Ello determina que estas
obras sean conocidas por el nombre del compositor, quedando en un segundo plano
la autoría de los textos, cuyos autores son en general poco conocidos.
Pero
hay otros elementos importantes, como el espacio en que se ofrecen. El Teatro
Principal responde a los cánones de finales del siglo XVIII, cuando se
construyó. En los siglos XIX y XX se han hecho reformas para mejorar su
estructura y se ha adaptado a las producciones de pequeño y mediano formato. De
ello fue consciente el gobierno regional cuando hace un cuarto de siglo pensó
en transformar el antiguo Teatro Fleta en un espacio para la ópera moderna, con
mayores exigencias volumétricas. Fue un fracaso rotundo. Hoy por hoy, son el
Teatro Principal, y en algunas ocasiones el Auditorio, medianamente
acondicionado para óperas semi-representadas, los espacios con que contamos en
la ciudad para satisfacer a una afición bien consolidada, como se ha comentado.
Limitándonos
al aspecto formal de ‘Turandot’, hay que señalar que la compañía Ópera 2001,
que ya anuncia su próximo espectáculo para el otoño, realiza una construcción
sólida de la obra y saca partido del escenario disponible, distribuyendo del mejor
modo posible a las tres docenas de actores-cantantes que participan en la
representación.
Desde
el punto de vista literario, la trama responde a la llamada ópera ‘verista’,
que utiliza argumentos impactantes de la vida real o que proceden de fuentes
legendarias, y se sigue con facilidad, aunque los espectadores han de asumir
las reiteraciones y la expresión verbal a que obliga el juego de voces –arias,
dúos, coros…– que impone el desarrollo musical. La traducción sobretitulada fue
correcta.
Tanto
la escenografía como el vestuario de esta versión de ‘Turandot’, dirigida por
Aquiles Machado, respondieron a los criterios de profesionalidad
exigibles.
Francisco Javier Aguirre
No hay comentarios:
Publicar un comentario