ROSITA. Crónica
teatral
Todo
un logro la versión de ‘Doña Rosita, la soltera’ de García Lorca, que la
compañía Teatro del Alma ha presentado los días 5 y 6 de marzo en el Teatro de Las
Esquinas. Fundiendo de forma armoniosa la comicidad, la poesía y la nostalgia,
han conseguido poner de relieve la fuerza, la belleza y la pasión del poeta y
dramaturgo granadino que tiene la eternidad como futuro.
Su
obra no es menor, aunque no figure entre las más representadas, porque retrata
la situación femenina de hace un siglo y la enfoca con un evidente espíritu crítico y reivindicativo. Utiliza en proporciones compensadas la comedia costumbrista y
el lirismo naturalista para dibujar una situación donde la complicidad familiar
y la fidelidad a la palabra dada determinan los principios de una actuación que
cohesiona a los personajes.
La
trama es sencilla, dominando sobre todo el argumento la espera a que se somete
la joven Rosita, confiando en que su primo y prometido regrese de América para
cumplir la palabra dada. El subtítulo de la obra, ‘El lenguaje de las flores’,
sirve para ambientar toda la acción y para señalar con su caducidad la decepción
final.
El
recurso a la variedad ‘rosa mutabile’ es, en ese sentido, una metáfora
que acompaña al desarrollo de la acción. Se trata de una flor roja al amanecer,
blanca al mediodía, y grisácea al anochecer. Un simbolismo elocuente de los
estados de ánimo por los que atraviesan los personajes, sobre todo la joven que
espera ilusionada a su novio.
El
montaje del Teatro del Alma tiene aciertos notables, como la sustitución de la protagonista,
mediada la acción, para simbolizar el paso del tiempo. La música original de
Óscar Plano contribuye a crear el ambiente adecuado desde el inicio hasta el
final, con algún paso intermedio, y junto
a la escenografía de Javier López y Sara Bonet, así como el atrezzo, aromatizan el dramatismo poético que gobierna la obra.
La
dirección de Laura Plano, que también actúa junto a Nuria Herreros, Ana Martín,
Carmen Marín, Marissa Nolla y Violeta Rebollo, además de la aparición
esporádica de Fernando Rojo, convierten a esta ‘Rosita’, última de las obras
que pudo dirigir el autor antes de su muerte, en un testimonio bien bordado
de lo que es la reivindicación del papel de la mujer, en plena víspera de la
celebración feminista de los próximos días.
Francisco Javier Aguirre
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