EL ACANTILADO DE LA LIBERTAD
Hay un momento en la vida en el que o tomas el mando de la tuya o quedarás para siempre sometido a la voluntad ajena. En esa disyuntiva se encontró el protagonista de este relato al disfrutar de tres días de asueto a comienzos de los años 90 del siglo XX.
La última década del mismo supuso en España un cambio acelerado de actitudes y costumbres. Una vez asentada la democracia a partir de 1982, tras el fallido golpe de Estado del año anterior, se aceleró la liberación intelectual y moral que se había iniciado tras la muerte del dictador. Tanto las clases populares como la alta burguesía, con toda la gama de estamentos intermedios, experimentaron una modernización no solo tecnológica sino también mental. La progresiva integración en el occidente ilustrado que culminó con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea en 1986, ratificada en 1992 como Unión Europea, fortaleció el cambio.
Existe numerosa bibliografía técnica para describir los diferentes aspectos de esta transformación profunda. Pero siempre ha sido la literatura con su desarrollo ajeno a los corsés académicos y con su posibilidad de libre expresión la que ha contribuido a narrar anécdotas, detallar situaciones y explicar circunstancias que completan el panorama de una civilización en tránsito.
Ese es el destino o al menos el propósito de esta novela titulada El acantilado de la libertad cuyo protagonista, un joven de buena familia, camino de la madurez, ha quedado desfasado tras los muchos años de apartamiento social y merma personal que le han exigido sus oposiciones a Notarías. Tras el triunfo profesional, se le impone un reciclaje en todos los órdenes, sobre todo en el emocional.
De ello trata este relato, sin escatimar detalles y situaciones de alto voltaje
erótico, entreveradas con reflexiones de carácter psicológico y alusiones al
horizonte emocional de la edad madura.
Francisco Javier Aguirre
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