COMENTARIO LITERARIO. Escribir para uno mismo
Conocí y tuve buenas relaciones con Antón García Abril, el famoso compositor turolense fallecido hace un par de años, que es autor de música tan popular como las bandas sonoras de las series y películas ‘El hombre y la Tierra’, ‘Curro Jiménez’, ‘Sor Citroën’, ‘Fortunata y Jacinta’, ‘Anillos de oro’, ‘Brigada Central’, ‘Ramón y Cajal’, ‘La ciudad no es para mí’ y así hasta el centenar largo de títulos. Al mismo tiempo, tiene una obra ‘clásica’ mucho menos conocida, pero de gran calidad, según los expertos. Incluso una ópera, ‘Divinas palabras’, con texto de Valle Inclán.
Entre las muchas entrevistas que le hicieron a lo largo de su vida, he encontrado la muy significativa respuesta que dio a la siguiente pregunta:
¿Escribe usted música para sí mismo?
“Naturalmente. Yo escribo la música que me gustaría oír. Un compositor escribe para uno mismo. Escribiendo para ti y dentro de tu propia sensibilidad, dependerá de lo que quieras escuchar tú mismo el que puedas o no proyectarlo sobre los demás. Lo que yo quiero para mí es la emoción, y la emoción me gusta hacerla partícipe a los demás. No es que yo entienda que no hay que contar con el público, ni muchísimo menos, pero el compositor escribe para sí mismo, la música que le gustaría escuchar, y al mismo tiempo desea hacer partícipe al público de esa emoción que se siente al escribir la obra en concreto. Es un ofrecimiento que se hace a los demás. Es un deseo de comunicar a los demás aquello que has vivido y has sentido”.
Estas
palabras me han hecho reflexionar sobre la creatividad de ciertos escritores a
quienes interesa expresar sus emociones, sentimientos y sensaciones por encima del
resultado económico y de la fama que les proporcionen sus libros, sean líricos,
cómicos o dramáticos, en prosa o en verso.
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