viernes, 13 de mayo de 2022

 

OSTRAS

Soy un tipo muy precoz. Recién cumplidos los 3 años entendí perfectamente en qué consistía el Camino de Santiago. Lo expliqué en casa y mis padres me miraron con incredulidad. Pero tengo un tío muy inteligente, un hermano de mi progenitor, que me aplaudió. A veces he sospechado que... Pero no, vade retro. Cuando advertí el gran parecido con mi tío, me dio por imaginar conflictos familiares si seguía cultivando aquella sospecha, así que desistí. Fue él quien me regaló un triciclo al cumplir los 4 años. Me reafirmé en mi intención de hacer cuanto antes el Camino. Aseguré que lo haría en aquel triciclo. Todos me miraban con incredulidad, menos mi tío. Un día me llevó a un descampado y dibujó sobre la tierra un gran mapa de España. Luego fue señalando los principales hitos del Camino. Cuando terminó su faena, cogí mi triciclo, lo coloqué en la línea fronteriza con Francia, monté en él y fui pedaleando hasta Roncesvalles. Hice allí la primera parada. Me bebí un vaso de cola cao bien caliente y seguí de tirón hasta Estella, bonito pueblo. A los pocos minutos ya estaba de camino hacia Logroño, gran ciudad. El resto del Camino fue coser y cantar. Para el mediodía había llegado al final. Mi tío, testigo de mi hazaña, invitó a comer a toda la familia. Lo contó. Fue la primera vez en mi vida que probé las ostras.