lunes, 28 de noviembre de 2022

LOS DIOSES Y DIOS. Crónica Teatral

 


LOS DIOSES Y DIOS.  Crónica Teatral

La capacidad de vincular el pasado con el presente al mismo tiempo que se niega el futuro es una estrategia que Rafael Álvarez ‘el Brujo’ desarrolla con absoluta facilidad vehiculando nociones eruditas con reflexiones vulgares al mismo tiempo que proclama la excelencia de lo cutre y la locura de lo exquisito que entra por los ojos y los oídos de los espectadores creando una sensación unitaria de lo disperso que al mismo tiempo desempeña funciones de catarsis y de exaltación utilizando recursos que van desde la teología hasta el cinismo pasando por la referencias más lúgubres a la actualidad informativa que nos hace transitar entre miedos y elucubraciones conducentes a la confusión por la que abogan tanto algunos medios informativos como algunas fuerzas económicas dispuestas a trasladar a la ficción las realidades más sangrantes de la cotidianidad que no dejan de repetir secuencias del pasado mítico recogidas por la tragedia griega o por la comedia latina de Sófocles a Plauto cuando son representadas en los renacidos teatros romanos de Mérida donde el propio actor que no renuncia a ser trágico y cómico al mismo tiempo ha interpretado sus nociones de erudición adobadas de reflexiones filosóficas con el apoyo instrumental de algunos elementos sonoros que han ido enriqueciendo su discurso verbal con ecos estratosféricos reclamando atenciones e intenciones que despiertan la indignación y al mismo tiempo el aplauso de los espectadores que incluso se alzan en bloque al finalizar la función danzando con los brazos en alto y al compás porque con toda seguridad sus recursos expresivos perdurarán a lo largo de los siglos cuando menos hasta el día después de que acabe la eternidad aún cuando la física augure otros perfiles a la existencia del universo que no será capaz de anular aquellas vivencias profundas que anidaron en el corazón de los espectadores del zaragozano Teatro de las Esquinas las tres noches en las que el Brujo realizó sus exorcismos gestuales y vehiculares exaltando los ánimos al mismo tiempo que limpiaba los corazones y aligeraba las mentes de quienes sin tener en cuenta datos como la edad o la experiencia de la vida intentaban aprender que la felicidad es cosa de minutos o incluso de dos horas de abandono a las palabras y a los gestos de quien provoca lo mismo la risa que la reflexión hablando de los dioses antiguos y de los actuales entre los cuales cada uno de los asistentes puede elegir y hasta identificarse bien sea piadoso o incrédulo porque en todos los órdenes de la sabiduría la frecuencia vibratoria de la materia supera a las especulaciones de la espiritualidad ya provengan de las realezas de este mundo o de la irrealidad que gobierna artificiosamente la vida del cómico desde su más tierna antigüedad de monaguillo piadoso que provocaba genuflexiones entre las devotas damas sin que ello derivara en tortícolis agudas de las rodillas sino que más bien despertaba en sus espíritus efluvios de eternidad.

Francisco Javier Aguirre


viernes, 25 de noviembre de 2022

¡AY CARMELA! Crónica Teatral

 

¡AY CARMELA!    Crónica Teatral

La pieza de José Sanchís Sinisterra ¡Ay Carmela! que se ha ofrecido en el Teatro Principal de Zaragoza durante la última semana de noviembre, supone un retorno a los orígenes. La obra fue estrenada precisamente en el mismo escenario en 1987 por la compañía Teatro de la Plaza bajo la dirección de José Luis Gómez. Ahora ha sido el veterano José Carlos Plaza quien ha dirigido a María Adánez y a Pepón Nieto en los dos papeles únicos de la obra original, Carmela y Paulino.

A pesar de que la obra de Sanchís Sinisterra se ha presentado en muchos lugares por diferentes compañías y actores, el tema y el título son popularmente conocidos por la producción cinematográfica que dirigió Carlos Saura dos años después, en 1989, con Carmen Maura y Andrés Pajares en los papeles estelares. Modificó la concepción original, que establece dos planos de la realidad, optando por la continuidad cronológica, quizá más asequible para la mayoría del público.

Pero la pieza teatral es como es y exige la capacidad de traslación espacio-temporal y la interpretación de la simbología que propone una Carmela que ya ha fallecido y se aparece reiteradamente a Paulino, rescatando episodios vividos cuando la compañía de cómicos que actuaba en la zona republicana durante la Guerra Civil cae en manos de los ‘nacionales’ y tiene que reconvertir su espectáculo al gusto del triunfador, organizando una sesión grotesca destinada a denostar a la República ante un grupo de militares y otro de prisioneros de las Brigadas Internacionales, sobre todo polacos. La situación no es soportada por Carmela, que resulta fusilada, y a partir de ese momento reaparecerá como un fantasma en la vida de Paulino, que se ha acomodado a la situación. 

La puesta en escena de José Carlos Plaza refuerza el dramatismo del texto, no exento de comicidad, utilizando un escenario más tétrico que luminoso y dando especial énfasis al considerado ‘Epílogo’ de la obra, del cual se prescinde en la película homónima, que sin embargo da pleno sentido a la intención de denuncia que genera el texto literario y refuerza las características personales de cada uno de los intérpretes, el amor a la vida y la solidaridad hacia los demás por parte de Carmela, frente a la cobardía de Paulino y su adaptación a las circunstancias.

Interpretación muy vívida de ambos actores, con una escenografía impactante de Javier Ruiz de Alegría que, además, utiliza la iluminación de forma sugerente. También el espacio sonoro de Víctor Elías y Javier Vaquero consiguen reforzar las intensas sensaciones y emociones que provoca el drama.


Francisco Javier Aguirre

jueves, 24 de noviembre de 2022

MI CUERPO SERÁ CAMINO. Crónica Teatral

 

MI CUERPO SERÁ CAMINO

La pieza dramática Mi cuerpo será camino, original de Alba Saura, dirigida por su padre Antonio Saura a la compañía murciana Alquibla Teatro, ha sido la cuarta entrega del ciclo ‘Mujeres a Escena’ que está ofreciendo el Teatro de Las Esquinas durante este mes de noviembre.

El pasado miércoles, día 23, un nutrido elenco de actores de entre los que deseo destacar a Esperanza Clares por su versatilidad gestual y vocal, realizó una interpretación de gran impacto sobre un tema universal: las migraciones, centrando su atención en las padecidas por España, como emisora de emigrantes, a finales del siglo XIX, lo largo del siglo XX e incluso en los momentos actuales.

El núcleo de la trama corresponde a una familia enraizada en Cartagena que comienza su éxodo hacia Buenos Aires, lo prosigue durante el siglo XX emigrando a Europa, sobre todo a Francia y Alemania, y también a Cataluña. Las diferentes escenas, bien trabadas entre sí, milimétricamente sincronizados los actores que representan a personajes variopintos, constituyen un retablo muy significativo del fenómeno migratorio donde la distancia, el desgarro, la nostalgia, el afecto y el dolor se entremezclan, constituyendo un alegato contra las situaciones de carácter político, social y económico que obligaron a ese desarraigo, en determinadas ocasiones sin posibilidad de retorno.

La complejidad del montaje y la sincronía de las diversas escenas que conforman las cuatro partes en que se divide la obra, son méritos a resaltar lo mismo, que la ambientación sonora a cargo de Álvaro Imperial. Todo ello con el soporte videográfico de Rubén Pleguezuelos que ayuda a enmarcar la acción, creando un ambiente envolvente donde la escenografía queda revalorizada. Las gozosas coreografías de Jon Mitó refrescan la trama, ácida por momentos.

La joven dramaturga Alba Saura ya tiene en marcha dos nuevas piezas que construirá con planteamientos similares a la ahora exhibida. El ciclo ‘Mujeres a Escena’ concluirá el próximo miércoles, día 30, con la obra Vulva, original de Irene Herrero Miguel, a cargo de la compañía Las Horas del Humo, que dirigirá la propia autora.

Francisco Javier Aguirre

martes, 15 de noviembre de 2022

EDIPO. Crónica teatral. 10 Nov. 2022

 

EDIPO

 

Los casi treinta años de existencia de la compañía Teatro del Temple y el décimo aniversario de su sede habitual en el Teatro de las Esquinas, bien merecían abordar un texto dramático de alta densidad como es la tragedia ‘Edipo’, de Sófocles.

Encabezados por Carlos Martín, en el papel protagonista, y secundados por actores y actrices de mucha solvencia como Félix Martín, Irene Alquézar, Chavi Bruna, Francisco Fraguas, Alba Gallego y Gonzalo Alonso, estrenaron el pasado jueves, día 10, en el Teatro Principal de Zaragoza, bajo la dirección del propio Carlos Martín, la obra de Sófocles adaptada por Alfonso Plou, con un espacio escénico diseñado por Óscar San Martín.

Buscando significados intermedios entre la representación tradicional de las tragedias griegas, con sus músicos, coros y reiteraciones lingüísticas, y la imaginería contemporánea que permite ambientes menos estáticos, la obra se inicia con una procesión solemne del coro que accede al recinto dramático tras procesionar por el patio de butacas hasta establecerse a ambos lados del escenario. Desde allí intervendrán en ocasiones puntuales, dando realce al discurso trágico que se desarrolla con un dinamismo que va in crescendo.

Los inicios de la representación el día del estreno resultaron un tanto fríos y deslavazados, echándose en falta un mayor énfasis en algunos de los parlamentos y una dicción mejor ensamblada en alguna de las actrices.

Pero pronto se alcanzó el nivel adecuado en todos los sentidos.

La escenografía se apoyó en una atinada iluminación debida a Tatoño Perales, y el vestuario arcaizante de Ana San Agustín respondió a las expectativas que una tragedia de este alcance despierta en el público.

También alcanzaron el nivel adecuado las aportaciones musicales de Gonzalo Alonso, al principio insuficientes en cuanto a su sonoridad.

Los movimientos escénicos estuvieron muy bien estudiados, con apariciones y desapariciones coherentes.

La caracterización de los personajes secundarios y el enmascaramiento inicial de los principales, fue otro de los aciertos de la obra, una importante aportación a la larga y exitosa trayectoria de la compañía.

 

Francisco Javier Aguirre

AMALIA Y EL RÍO. Crónica teatral

 

AMALIA Y EL RÍO

 

Bien pudiera titularse esta obra, presentada en el Teatro de la Estación el pasado fin de semana por la compañía Teatro Guirigai, con Magdalena García Arenal y Cándido Gómez como intérpretes, en una dramaturgia creada y dirigida por Agustín Iglesias, como ‘Contrabando en la frontera’, aludiendo al título que el profesor de antropología de la universidad de Extremadura, Eusebio Medina García, dio a ese penoso fenómeno que tuvo como escenario, no solo la frontera de Portugal, en este caso el río Guadiana a su paso por aquella región, sino también la de Francia, durante la primera década de la dictadura franquista, e incluso más tarde.

La acción se centra en la primera de las citadas, entre las poblaciones de Badajoz y Olivenza, y responde a la historia real de Antonia ‘La Lirina’, que realizaba el penoso trabajo de contrabandista para sobrevivir y aportar algún dinero a la débil economía familiar que encabezaba su marido, zapatero remendón, hasta que este falleció y la mujer tuvo que emigrar a Barcelona con sus ocho hijos a mediados de los años 60.

El espectáculo impresiona por la rotundidad de la puesta en escena en un escenario dominado por la confusión de objetos y la vitalidad de la protagonista, contrapunteada eficazmente por el antagonista masculino que realiza diferentes papeles, con un sesgo común: la jactancia del hombre, su astucia, su falta de honestidad unida a un sentido festivo de la vida con ánimo de conquista y de dominio sobre la mujer. Excelente la pluralidad de registros que muestra Cándido Gómez en su desaliño indumentario, gestual y verbal.

La protagonista, Magdalena García Arenal en su papel de Amalia, desarrolla una actuación más uniforme dentro de la multiplicidad de situaciones que aborda, resultando en ocasiones un tanto reiterativa, aunque remediando esta circunstancia con su expresividad, tanto en gestos como en lenguaje.

La música de época que subraya diversos pasajes de la trama, está bien seleccionada y contribuye a situar históricamente la obra.

Este impactante retrato de la España profunda y miserable en sus escalas bajas, hace casi ocho décadas, en el que las fuerzas del orden participan negativamente, además de ciertos resabios políticos, como las alusiones a la División Azul, deja un sabor al mismo tiempo ácido y amable en la realista puesta en escena del Teatro Guirigai.

 

Francisco Javier Aguirre