viernes, 23 de junio de 2023

LA ISLA DEL AIRE. Crónica Teatral

LA ISLA DEL AIRE. Crónica Teatral

Se estrenó en el Teatro Principal de Zaragoza, el jueves día 22, la versión teatral de la novela de Alejandro Palomas titulada ‘La isla del aire’.

El gran atractivo de la puesta en escena se apoyaba en dos nombres propios: Nuria Espert y Mario Gas, protagonista y director de la versión, respectivamente.

La historia ha tenido ya anteriores tránsitos por los escenarios, como el que se produjo hace cuatro años bajo la dirección de Jorge Torres y el protagonismo de Ana Ibáñez, que al parecer resultó fallido.

En esta ocasión, la traslación prácticamente textual del texto de Palomas, un tanto inane y reiterativo, se sostiene básicamente por la genial actuación de Nuria Espert que a sus 88 años es el estandarte máximo del elenco actoral femenino en nuestro país todavía en ejercicio, compartido con Lola Herrera que alcanzará idéntica edad en breve, y a quien pudimos disfrutar en el mismo escenario en la obra ‘Adictos’, de Daniel Dicenta y Juanma Gómez, hace unos meses.

Volvamos a ‘La isla del aire’. La contribución de las restantes actrices es irregular, siendo notable la de Vicky Peña en el papel de Lía. El argumento entra en bucle utilizando la misandria como recurso y recurriendo a la dramática desaparición de la hija mayor de Lía, Helena, ahogada en el mar, para mantener cierta tensión argumental.

La confesión de secretos alternativamente entre la abuela Mencía (Nuria Espert) y su nieta Beatriz (Miranda Gas), segunda hija de Lía, abandonada por su marido, no añade especial atractivo a la trama.

Además del protagonismo actoral de Nuria Espert, en una muy probable despedida de las tablas, hay que valorar la excelente escenografía de Sebastià Brosa, así como la dirección de Mario Gas que utiliza con precisión los recursos videográficos que la actual tecnología proporciona.

Discreta la actuación del resto de las actrices, con papeles poco relevantes, aunque reiterando hasta la saciedad su victimismo respecto a los hombres con los que se han casado o convivido, su dependencia de la tiranía y su resignación a soportar las contradicciones de la abuela Mencía porque ‘pertenece a otra época’.

Francisco Javier Aguirre


viernes, 16 de junio de 2023

UN GOL A FÉLIX TEIRA. Comentario Literario.

 

UN GOL A FÉLIX TEIRA. Comentario Literario.

Esta noche le he metido un gol a Félix Teira. Claro que ha sido en sueños. Pero el episodio es un hecho real dentro de la irrealidad que conlleva lo onírico. Se trata de uno de esos brotes subconscientes de última hora, a punto de amanecer, que afortunadamente recuerdo con precisión.

Estábamos jugando un partido de fútbol. Mi equipo era el Club Deportivo Teruel. El de Félix, tal vez el Club Deportivo Belchite 97. Él era el guardameta y yo un delantero. 

La cosa sucede así: En uno de los lances del juego, sale el hombre a despejar un balón fuera del área, yo llego al mismo tiempo, le regateo, él echa a correr hacia la portería, yo lanzo una vaselina perfecta y meto gol.

He de advertir que he sido siempre mal futbolista, sobre todo desde que me pusieron gafas en mi adolescencia. En todo caso, este episodio me ha hecho reflexionar. Voy a pedirle consulta al doctor Freud para que me psicoanalice.

Tal vez el sueño esconde una revancha. Félix Teira Cubel, a quien admiro y quiero mucho, ha sido hace poco galardonado, con todo merecimiento, entregándole el Premio Aragón de las Letras 2022. Acudí hace unos días a la ceremonia para darle un abrazo.

No recurro a la falsa humildad para decir que Félix nos ha metido un gol, aunque sea involuntario, a muchos escritores, entre los que me incluyo. Y fuera de cualquier devaneo onírico, reconozco en la cruda realidad que escribe mejor que yo. Pero el subconsciente tiene sus trucos y eso ha debido de ser la causa de que le haya metido un gol.

 

SER O NO SER. Crónica Teatral. 2º pase

 

SER O NO SER. Crónica Teatral. 2º pase

El 4 de enero del año en curso se presentó por primera vez en el Teatro Principal la obra ‘Ser o no ser’, adaptando el argumento de la famosa película de Ernst Lubitsch, rodada en 1942 con clara intención paródica respecto a Hitler, el nazismo y la invasión de Polonia. Cinco meses y diez días después, ha vuelto a representarse en el mismo escenario para remediar la suspensión que se produjo en el primer pase a causa de la desgracia familiar de uno de los actores.  

El texto teatral de Nick Whitby, con guión original de Edwin Justus Meyer y Melchor Lengvel Edwin, en versión española de Bernardo Sánchez Salas, fue apadrinado por la compañía Okapi Producciones con el protagonismo de Juan Echanove, como el empresario, director teatral y actor Joseph Tura, y Lucía Quintana, como la señora Tura, primera actriz de la compañía del Teatro Turawski, de Varsovia.

Lo comentado en este mismo medio en aquella ocasión sigue siendo válido, pero una nueva visión del espectáculo, aunque esté concebido del mismo modo y por los mismos actores y escenógrafos, tiene siempre elementos de novedad, o al menos así lo percibe el espectador.

En el caso presente, la historia de la familia Tura y su troupe, conocida ya la trama argumental, permite atender a otros detalles del montaje, que en esta ocasión han sido fundamentalmente la iluminación  de Carlos Torrijo, precisa, oportuna y sugerente, así como la música de José Recacha, que utiliza con atinado efectismo temas de los tres ingredientes ‘nacionales’ de la obra, el polaco, el alemán y el inglés, que deconstruye sucesiva y alternativamente, ajustándose al tránsito cómico de la trama.

Existen también ciertos detalles en el desarrollo escénico que perfilan aún con mayor nitidez la obra, por lo que esta segunda aparición en el escenario del Teatro Principal debe considerarse un acierto, además de la posibilidad de que quienes no pudieron contemplar el primer pase de la obra tengan la oportunidad de aprovechar este segundo.

Francisco Javier Aguirre

 

viernes, 9 de junio de 2023

LADIES FOOTBALL CLUB. Crónica Teatral

 

LADIES FOOTBALL CLUB. Crónica Teatral

La obra Ladies Football Club, que se estrenó el jueves, día 8, en el Teatro Principal de Zaragoza, tiene un formato poliédrico, multidisciplinar y multifocal. Puede considerarse un musical, porque buena parte de la trama se acompaña de música en vivo, con instrumentos reales, que recurre a canciones tradicionales de Gran Bretaña e Irlanda, mereciendo ser destacada la calidad interpretativa de las once actrices que componen el elenco de la obra.

Es de gran interés el argumento. Narra cómo nació el fútbol femenino durante la primera guerra mundial, la Gran Guerra. Once trabajadoras de la Doyle & Walker Co., en la ciudad de Sheffield, dedicadas a fabricar municiones y equipos bélicos, que habían sustituido a sus maridos, padres o hijos enviados al frente de batalla en el continente, ocuparon progresivamente su tiempo de asueto en jugar con un balón elaborado por ellas mismas.

El autor de la obra, Stefano Massini, acrisolado por creaciones anteriores como la trilogía de los Leman Brothers, ha introducido episodios fantásticos, por ejemplo el enfrentamiento con un equipo de fútbol de mujeres alemanas, y al mismo tiempo ha esquivado escenas que pudieron ser reales, pero que contravendrían las costumbres de la época dominada por una estricta moral  victoriana. 

Me lo hizo notar un amigo, experto en artes escénicas y cinematográficas, al recordarme que durante los meses en los que transcurre la acción, desembarcaron en el Reino Unido multitud de aguerridos jóvenes militares norteamericanos, una vez que los USA decidieron tardíamente (ocurrió lo mismo en la Segunda Guerra Mundial, pero es tema para otro comentario) entrar en el conflicto.

La meritoria y paradigmática interpretación por parte de las actrices quedó en cierto modo lastrada por la amplificación del sonido, que en algunos momentos impidió captar exactamente el contenido de sus diálogos. Sin embargo, hay que apreciar la precisión en la concatenación de sus intervenciones.

La traducción al castellano de Ignacio Rengel, en adaptación y dirección de Sergio Peris-Mencheta, con la colaboración de Daniel Val, así como la composición musical de Litus Ruiz, prestan empaque a la obra.

Francisco Javier Aguirre

 


sábado, 3 de junio de 2023

ROBERTO ZUCCO. Crónica Teatral

 

ROBERTO ZUCCO. Crónica Teatral

Durante muchos decenios, en el siglo pasado y a comienzos del presente, fue Zaragoza una ciudad modélica en cuanto a su atención, tanto cualitativa como cuantitativa, al fenómeno cinematográfico. Con el nacimiento y crecimiento de las plataformas digitales, las salas de cine se han reducido. Situación lamentable que responde al signo de los tiempos.

Como contrapeso, el mundo teatral se ha enriquecido durante los últimos años con la pujanza de las empresas privadas, entre ellas el Teatro de Las Esquinas, y sobre todo con la creación de las Escuelas de teatro vinculadas a varias de ellas, que suman a los méritos indudables de la Municipal.

Pero aquí se trata del Aula de Teatro Amateur de la mencionada empresa, ya en su décimo aniversario, que desde 2018 ha propuesto espectáculos de alto nivel, entre los que deben mencionarse las obras ‘Presas’, dirigida en 2019 por Rosa Lasierra, ‘Yerma’, que estrenó en 2020 Laura Plano, ‘El último gallinero’ del pasado 2022, dirigida por Marian Pueo, y la que es objeto de este comentario, ‘Roberto Zucco’, estrenada el pasado 2 de junio, y de nuevo dirigida por Marian Pueo.

Poner en escena esta pieza de Bernard-Marie Koltès, uno de los epígonos del ‘teatro de la crueldad’ francés, tiene mucho merito. Iniciada la corriente por Antonin Artaud a comienzos del siglo XX, cuenta entre sus autores a dramaturgos disidentes tan significativos como Michel de Ghelderode, Jean Genet, David Mamet, Peter Weiss, Harold Pinter e incluso al español Fernando Arrabal, entre otros.

La propuesta del Aula de Teatro Amateur significa un paso al frente de gran dimensión. La obra es compleja, intensa y exigente, tanto en su desarrollo actoral como en su montaje escénico. La interpretación de los catorce personajes que la articulan fue sorprendente, habida cuenta de su estructura, la dureza de su trama, la multiplicidad de sus escenarios y la distribución de los papeles desempeñados por unos actores y actrices no profesionales.

La traslación a escena de la historia real de Roberto Succo –su nombre auténtico–, un asesino en serie, desquiciado y desquiciante, contó con un elocuente espacio sonoro de Alberto Tena y la precisa iluminación de Tatoño Perales, así como el diseño de vestuario de Ana Sanagustín, contribuyendo todos ellos con su experiencia en estas lides, a la excelente puesta en escena de Marian Pueo, capaz de montar siete espacios distintos: una cárcel, una comisaría, un hogar, un parque, una estación, un ferrocarril y un prostíbulo con unas simples vallas metálicas, manejadas con precisión simultánea por los intérpretes.

Francisco Javier Aguirre