sábado, 28 de enero de 2023

MILES GLORIOSUS. Crónica Teatral

 

MILES GLORIOSUS.  Crónica Teatral

Según los estudiosos de Plauto, la obra ‘El soldado fanfarrón’, posteriormente titulada ‘Miles gloriosus’, es la más antigua de las que se conservan del comediógrafo latino, escrita unos 200 años antes de Cristo. Como quiera que su autor fue durante un tiempo soldado, es muy posible que en su comedia retratara a alguno de los jefes que tuvo. Aunque la prepotencia, vanidad, egolatría y finalmente ridículo pudieran aplicarse hoy a ciertos sujetos que ostentan cargos públicos o que ejercen tareas artísticas, tal como la literatura, el cine o el propio teatro.

 La versión libre del argumento que ha realizado Antonio Prieto tiene como protagonista oficial al popular actor y presentador Carlos Sobera. Se estrenó en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida el verano pasado, en colaboración con Arequipa Producciones, y ahora ha recalado en el Teatro Principal de Zaragoza, donde se presentó el 27 de enero, para ofrecer cuatro sesiones consecutivas.

La obra cuenta a estas alturas con un prolongado rodaje y funciona con un ritmo casi milimétrico tras los varios meses transcurridos desde su estreno, manteniendo los mismos actores que en su inicio, excepto la actriz que representa a la joven Cornelia, en este caso representada por Silvia Vacas. El resto del elenco no varía respecto al que presentó la comedia en Mérida.

El arranque musical de estilo zarzuelero tiene su gracia para romper la presunta solemnidad de una obra clásica. El papel de Carlos Sobera no ofrece especial novedad porque mantiene un estilo bien conocido en su abundante trabajo televisivo, aunque ha de cargar las tintas cómicas para acomodarse a la idiosincrasia de su personaje. Pero sobre quien recae realmente la acción es sobre Ángel Pardo en el papel de Geta, el criado del soldado fanfarrón. Él urdirá la trama para humillar a su amo, liberar a Cornelia del secuestro al que está sometida y facilitar su huida con un amante que parece igualmente algo tontorrón, llamado Plenilunio, y que representa con gracia David Tortosa.

Los chistes y las situaciones graciosas son simples, tienen fácil recorrido y llegan con facilidad al público que responde con las risas previstas. Sin embargo, hay algunas escenas reiterativas, como la aparición de la presunta hermana gemela de Cornelia, que el criado Capadocio no consigue encajar, y una cierta ralentización del ritmo cuando se planea por parte del protagonista oficial la sustitución de su objetivo amoroso por la supuesta esposa de Senectus, un vecino anciano  y cotilla, interpretado por Juanjo Cucalón, que ha propiciado mediante el socorrido truco de una comunicación secreta entre ambas viviendas, los encuentros de los dos amantes que finalmente huirán de Éfeso a Atenas.

La versión libre de Antonio Prieto del texto original de Plauto, de dimensiones más reducidas, se adapta bien a lo que el actual público espera de la comedia. La escenografía recuerda montajes antiguos, utilizando incluso las candilejas y el desplazamiento de paneles móviles para crear nuevos espacios escénicos.

Un final moralizante, rompiendo la cuarta pared por parte del soldado fanfarrón, tras haber aprendido a ser humilde a causa de la broma de que ha sido objeto, es también un recurso válido por cuanto alerta al público complacido de las difíciles circunstancias en que se desenvuelve la actualidad.

 

        Francisco Javier Aguirre

 

jueves, 26 de enero de 2023

LA CASA DE BERNARDA ALBA. Crónica Teatral

 

LA CASA DE BERNARDA ALBA.  Crónica  Teatral


Por mucho pan, nunca mal año, dice el proverbio. La obra de García Lorca es siempre mucho pan, pero nunca satura. Cada vez que uno vuelve a un poemario suyo, o a una de sus obras dramáticas, encuentra nuevos perfiles, nuevas perspectivas, nuevas sugerencias, nuevos puntos de reflexión. En este caso se trata de ‘La casa de Bernarda Alba’ que El Tejo Producciones, empresa dedicada a fusionar la producción audiovisual y las artes escénicas, procedente de Cantabria, ha ofrecido en el zaragozano Teatro de las Esquinas, en única sesión, el miércoles 25 de enero, bajo la dirección de Anabel Díez.

Desde su estreno mundial, ocurrido casi simultáneamente en Buenos Aires y París en 1945, y tras el habido en España en 1950, se han sucedido más de una docena de representaciones de la obra en nuestro país y otras tantas en el extranjero, en diferentes lenguas, lo que da idea de la trascendencia de este drama. También existen al menos cuatro películas inspiradas en él.

García Lorca es interminable. Y la pieza escrita en 1936 es de una modernidad aplastante, a pesar de su trasfondo costumbrista. Las cinco hijas de Bernarda,  ella misma, su madre demenciada y la sirvienta componen un cuadro social y emocional de alto voltaje que moviliza temas eternos. Aunque no aparezca en escena, todo lo inunda una figura masculina, Pepe el Romano, simbolizado, en la versión de El Tejo, por un fogoso caballo que aparece en varias escenas visuales. Porque uno de los aciertos del montaje consiste en haber acertado con la simbiosis entre la presencia física de las actrices y la imagen grabada, que mediada la representación sustituye incluso una de las escenas, la de la comida familiar.

La función fue particularmente interesante tanto por el uso de esas técnicas como por el esquematismo escénico, reducido a las cuatro sillas que llenan un espacio vacío, representación simbólica del rigor vital que Bernarda impone a sus cinco hijas: un luto de ocho años tras la muerte de su segundo marido, que únicamente será interrumpido por la anunciada boda de la hija mayor, Angustias, con Pepe el Romano, personaje clave en el conflicto.

La imagen del caballo personificando al varón es un acierto del montaje, lo mismo que el inicio y el final del drama que retratan en la pantalla los entierros del marido de Bernarda y de su hija menor, tras haberse ahorcado al creer muerto a su amante, una imagen muy bien lograda visualmente.

Hay una leve banda sonora compuesta por tañidos de campana y rumor de jadeos pasionales en el patio de la casa, amparados por la nocturnidad, que culminan con el enfrentamiento entre las hermanas, sobre todo entre la mayor, Angustias, destinada a casarse con Pepe el Romano, por simple interés, y la menor, Adela, loca por él.

El papel de Bernarda, interpretado por Pilar García Solar, sobresale sobre el resto, que se desenvuelve en un plano actoral más plano, salvadas las dos apariciones de la abuela que ponen un punto de jolgorio y distensión en medio del drama permanente. La figura del hombre como supuesto dominador a todos los efectos, desde la paternidad hasta el matrimonio, es una de las constantes en la obra, que refleja una situación mantenida a lo largo de los siglos, aunque en la actualidad se hayan dado algunos pasos a favor de la liberación de la mujer. Incluso de quienes son como Bernarda, prisionera de sus propios demonios. Aunque considerando el asunto en toda su profundidad, podamos decir que es más el ruido que las nueces.

Francisco Javier Aguirre

viernes, 20 de enero de 2023

LAS GUERRAS DE NUESTROS ANTEPASADOS. Crónica Teatral

 

LAS GUERRAS DE NUESTROS ANTEPASADOS.  Crónica Teatral


Hay autores en la historia de la literatura cuya obra es imperecedera. Uno de ellos es Miguel Delibes, si nos limitamos a nuestro país. Pero al eximio periodista y narrador vallisoletano le cabe otra gloria: la de haber conseguido que algunos de sus personajes hayan sido encarnados por actores de primera línea, creando arquetipos también de fama imperecedera. Es el caso de Paco Rabal interpretando a Azarías en la versión cinematográfica de ‘Los santos inocentes’, dirigida por Mario Camus en 1984.

 De un modo semejante, Carmelo Gómez será en el futuro la personificación perfecta de Pacífico Pérez, el protagonista de ‘Las guerras de nuestros antepasados’ que, en adaptación teatral de Eduardo Galán, se ha presentado el pasado día 19 en el Teatro Principal de Zaragoza, bajo la dirección de Claudio Tolcachir. Por cierto que Azarías y Pacífico son personajes que tienen bastante en común.

En la actuación de Carmelo Gómez hay más que palabras, inflexiones de voz y giros idiomáticos. Hay una vida que está en cada gesto, una limitación mental transferida a la rumia de palabras, a la reiteración de recuerdos, al dominio de los espacios bajo el que sucumbe su memoria sobre las guerras que libraron sus antepasados, el bisabuelo, el abuelo y su propio padre. La expectativa de la que le corresponderá a él mismo es el gran secreto simbólico de la obra, hasta que el autor la desvela en forma de condena a muerte por el arcaico procedimiento del garrote vil.

En medio, toda la artillería de Delibes sobre el sinsentido de las guerras. El marco es perfecto para el desenvolvimiento del protagonista, aunque ya resulte reiterativa la manifestación del antibelicismo entre los intelectuales conscientes. Una manifestación desafortunadamente infructuosa en resultados, como lo ha demostrando el día a día de la Historia universal y presumiblemente lo seguirá haciendo.

Pero hablamos de teatro, de elementos de concienciación y de sensibilización a los que alude Claudio Tolcachir al presentar la obra en el programa de mano. Sin restar méritos a Miguel Hermoso como el doctor Burgueño, psiquiatra que analiza la compleja personalidad del protagonista, Carmelo Gómez será en adelante la personificación perfecta de Pacífico Pérez para quien haya leído o vaya a leer la obra de Delibes. Lectura o relectura altamente recomendable para quienes estimen el estilo literario unido a una trama de contenido trascendente.

El espectáculo se presentará en el Teatro Bellas Artes de Madrid el próximo 25 de enero. Para la ocasión, se ha dispuesto un sistema de amplificación sonora mediante circuito integrado en un bucle magnético con auriculares, lo cual facilitará la escucha de todos aquellos momentos en los que Pacífico susurra, murmura o marmajea al fondo del escenario y de espaladas al público, como si hablara para sí mismo, y que no resultan fácilmente perceptibles ni siquiera para los espectadores de las primeras filas. Una iniciativa a tener en cuenta por parte de los responsables del Teatro Principal para ocasiones semejantes.

                                               Francisco Javier Aguirre

miércoles, 18 de enero de 2023

RIJS–MENNSENS. Reflexión literaria sobre la novela de PABLO BARRENA

 

RIJS–MENNSENS

Reflexión literaria sobre la novela de PABLO BARRENA

El ser humano es animal de costumbres. Acepta lo anterior y se resiste a lo nuevo. Puede analizarse cualquiera de los intereses que nos motivan y encontraremos lo mismo. Hace seis décadas, cuando yo estudiaba el curso preuniversitario, era un enorme devoto de Schubert, Beethoven y Chopin, entre otros genios de la música. Alguien me invitó a conocer a Béla Bartok y me empeñé en ello, pero me costó horrores integrar los entresijos de su obra. 

Pasando al campo de la literatura, en el que me quiero centrar, quiero citar a Miguel Espinosa, un autor nacido en 1926 y fallecido en 1982. Según el profesor Tierno Galván, es uno de los mejores escritores españoles del siglo XX. Gran parte de sus obras se publicaron tras su muerte. No creo que tenga muchos devotos. Yo soy uno de ellos y conozco a otro, precisamente quien me animó a leerlo, un compañero de carrera en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense. Miguel Espinosa, un hombre que despreció a quienes habitan la actualidad, según palabras textuales de Almudena Grandes en el diario ‘El Mundo’, el domingo 26 de mayo de 1991.

Innovar en literatura es muy difícil. Hay grandes maestros en el pasado que proyectan su sombra permanente en el presente. Resulta complicado salirse del paraguas, tanto en la poesía como en la narrativa. Quienes tratan de innovar en la estructura, trama, personajes y demás elementos de una novela lo tienen difícil a la hora de publicarla. Los editores no arriesgan, y tienen derecho a ello, porque saben que el público lector es reacio a las innovaciones. Lo nuevo desbarata la estructura conceptual y emocional con la que abordamos una novela.

Todo esto viene a cuento de la última producción de Pablo Barrena, un madrileño que está involucrado desde siempre en los ambientes literarios y que acaba de publicar RIJS-MENNSENS, una narración compleja que se enmarca en un futuro impreciso que puede estar a la vuelta de la esquina o tardar siglos en aparecer. No es cómodo asimilar tal alternativa, pero sumergirse en la lectura de esta historia proporciona una gran movilización de sensaciones, conceptos y emociones difíciles de encontrar en la mayor parte de los libros de éxito que tanto se cotizan entre los lectores convencionales, libros que promocionan sus editores y que copan los estantes de las librerías.

No es posible predecir si Pablo Barrena será considerado un genio que escribió a comienzos del siglo XXI varias obras de anticipación o pasará de largo, como ha ocurrido con tantos innovadores, y vuelvo al caso de Miguel Espinosa, quien apenas despertaría interés entre los lectores del momento, aunque sí en quienes analizan la historia de la narrativa del siglo XX en España.

Pablo Barrena circula por senderos difícilmente transitables para una mente lectora acostumbrada a la fácil costumbre, valga la redundancia. Existe la novela futurista, la distopía literaria, pero también esta parece transitar por senderos previamente delimitados por el mercado editorial. Salirse de ellos no resulta positivo comercialmente, aunque su lectura proporcione unas perspectivas distintas que dinamitan los horizontes de la realidad que complace tanto a unos como disgusta a otros.

La trama del libro nos presenta a Juan, un humano procedente de una entidad cósmica, y a Teda, un ser también humano, pero evolucionado a partir de un animal invertebrado, que habitan en un planeta árido y en constante penumbra. Tratan de conseguir la paz entre los Rijs, una tribu de cazadores, y los Mennsens, de vida sedentaria, que se enfrentan utilizando armamento procedente de traficantes terrestres que son capaces de navegar por mundos alternativos. Utilizando como plataforma una torre en cuyo interior se generan fuerzas gravitatorias, se trasladan a un posible tiempo futuro del planeta, poblado por gentes avanzadas tecnológicamente y con un notable bienestar social. Pero de improviso son invadidos por un ejército espacial que, a pesar de su capacidad destructiva, no produce daños importantes ni bajas entre las personas.

La localización de los hechos es múltiple, utilizando a veces una referencia concreta, como el puerto de Avilés, y otras unas ciudades simbólicas, como las denominadas Afuera y Adentro. A medida que avanza la acción, aparecen nuevos personajes que consideran a los iniciales, lo mismo que a las tribus nombradas, como seres básicos, elementales, ancestros de una estirpe ultra desarrollada de la que forman parte Juana, Laura, Moi, Lote, Voz, Lua y Leo, algunos de los cuales tienen su origen en la antimateria viva o proceden de burbujas vibratorias.

Lo que pudiera considerarse una aventura espacial más, entre los miles de historias distópicas existentes, desborda los cauces por los que transitan la mayor parte de ellas, similares a los juegos informáticos de ciencia-ficción. La diferencia está en el tono, la dinámica narrativa, la descripción de los protagonistas y el lenguaje que utiliza el autor, claramente distinto en estructura, sintaxis, imágenes, signos, claves y simbologías. Saber jugar con el crono, el logos, el pathos y el ethos no está al alcance de cualquiera.

                                               Francisco Javier Aguirre

 

        

lunes, 16 de enero de 2023

MAGÜIMIRA MOLLYBLOOM. Crónica Teatral

 

Magüi Mira en Zaragoza

por FRANCISCO JAVIER AGUIRRE  Lunes, 16 de enero de 2023

Publicado en ARAGÓN DIGITAL


La extraordinaria actriz Magüi Mira ha estado varios días en Zaragoza durante la pasada semana. En primer lugar, como directora del espectáculo que ofreció el Teatro Principal, protagonizado por Lola Herrera, Ana Labordeta y Lola Baldrich, titulado ‘Adictos’, en el que se aborda el complejo panorama al que se enfrenta la sociedad en los próximos decenios.

En segundo lugar, Magüi ha acudido como persona, a pesar de que sobre el papel se presentaba como actriz en el monólogo ‘Magüi Mira Molly Bloom’, que ofreció en el Teatro de las Esquinas los pasados viernes 13 y sábado 14. Digo que más como persona que como actriz, porque la interpretación que hizo, siendo soberbia, fue declaradamente una vivencia propia, involucrándose de tal modo en el texto de James Joyce, que los espectadores quedamos petrificados por la verosimilitud de lo que oficialmente era una actuación, pero internamente una confesión, una confidencia hecha al oído de cada uno de los presentes. El volumen y el tono de su voz eran eso, una confidencia.

En versión y dirección de Marta Torres y de la propia Magüi, el último capítulo de la inconmensurable obra de Joyce, esa carga de profundidad social y psicológica por medio de la literatura que significa su ‘Ulises’, una obra que en España no pudo publicarse hasta 1976, cuando la novela había sido creada en 1922 –existía una versión al castellano, hecha en Argentina, que circulaba desde 1945–, adquiere dimensiones inusuales en un montaje que penetra por los poros de los espectadores, más allá de sus ojos y sus oídos, contando las peripecias de Molly Bloom, la mujer del caótico y problemático protagonista de la novela.

Una escenografía elemental, tan elemental como una vieja cama articulada y un somier, con esporádicas invasiones de la niebla, los estrépitos de un tren que parece cruzar por delante del escenario más que por detrás, las enigmáticas campanadas del reloj y un extraordinario juego de luces remarcando los estados de ánimo de la protagonista, hacen que esta vivencia de una Molly Bloom, que Magüi comenzó a interpretar hace cuarenta años, haya penetrado en ella más allá de su piel, más allá de su palabra, más allá de su entendimiento, hasta el centro de su corazón de mujer, conmoviendo las entrañas de toda aquella persona que considera que ya es hora de que la igualdad entre hombres y mujeres, en todos los aspectos, deje de ser palabrería. Que también el asunto de la pulsión sexual femenina y su libre ejercicio, eje giratorio de la trama, se reconozca en toda su profundidad, en toda su dignidad, en toda su dimensión.

 

¿Y AHORA QUÉ? Crónica Teatral

 

¿Y AHORA QUÉ?   Crónica Teatral

 

Branco Djurik es un director de cine, actor, guionista y músico bosnio, nacido en Sarajevo, que se ha establecido en Eslovenia. Prácticamente desconocido en España, ha sido el Teatro de la Estación quien nos ha traído a este autor de un ingenio descarado, que se manifiesta plenamente en su obra ‘¿Y ahora qué?’ puesta en escena, en traducción y adaptación de Bernabé Rico y Antonio Campos, por la compañía Producciones Circulares, de Sevilla, bajo la dirección del propio Campos.

Candela Fernández y Juanfra Juárez, con la colaboración especial de José María Peña, bordan una comedia de alta gama, tanto por su ingeniosa trama como por su nivel interpretativo.

Un actor famoso y una actriz aficionada se encuentran accidentalmente en un Teatro que ha cerrado sus puertas herméticamente tras la última función. Se acercan, se alejan, se quieren conocer, se quieren desconocer, se lamentan, ríen juntos y por separado... desarrollando un diálogo de idas y vueltas en todas las direcciones de la rosa de los vientos teatrales: la cómica, la trágica, la cáustica, la simbólica, la erótica... en el que hay un tercer personaje que es el oficio dramático en sí, la profesión del teatro con sus aristas, sus triunfos, sus luces y sus sombras.

El varón parece dominar la situación, pero es la mujer quien verdaderamente mueve los hilos de la trama, una comedia que de vez en cuando adquiere tintes dramáticos, porque ambos actores, el profesional y la aficionada, se encuentran en situación apurada sin saber qué hacer ni a quién recurrir.

Todas estas contradicciones abonan una comicidad sutil, inteligente, hábilmente elaborada en connivencia con un tercer personaje de carne y hueso, que interpreta José María Peña, triplicando su papel para lograr el objetivo que persiguen entre él y la que resulta ser su esposa, la actriz primeriza, hasta conseguir estafar al presuntuoso divo que acaba de interpretar un monólogo del ‘Ricardo III’, de Shakespeare. 

Se trata de una obra grande, de enorme inspiración, que se sitúa en un plano que podríamos situar dentro del Teatro de cámara, algo que necesita muy poco atrezo y un espacio limitado para brillar con la intensidad que el texto contiene y el despliegue actoral de los tres intérpretes, sobresaliendo la mujer sobre los dos hombres.

Es teatro serio pero cómico, en el mejor sentido del término, una pieza de calidad que se ha ofrecido durante el pasado fin de semana en el Teatro de la Estación y que pudiera reponerse  a medio plazo porque sería de visión obligada para cualquier aficionado exigente al arte de Thalía.

 

                                                                       Francisco Javier Aguirre

viernes, 13 de enero de 2023

ADICTOS. Crónica Teatral

 

ADICTOS.   Crónica Teatral

Voy a comenzar esta crónica por el final, aludiendo a lo que se denomina ‘espacio sonoro’ que, según el programa, ha estado a cargo de Jorge Muñoz. Soy un melómano apasionado y uno de mis autores favoritos es Franz Schubert, de manera que la utilización de sus melodías a lo largo de la obra ‘Adictos’, escrita por Daniel Dicenta Herrera y Juanma Gómez, ha significado uno de los atractivos mayores que he encontrado en la función, estrenada en el Teatro Principal el jueves 12 de enero.

Tras lo anterior, he de reconocer que la obra me ha defraudado en términos generales, porque los planteamientos intelectuales y la sinopsis publicada me habían hecho concebir mayores esperanzas sobre la denuncia, ya consolidada entre las personas conscientes, de que estamos siendo manipulados. Es algo que flota en el ambiente; basta consultar con los expertos en los diversos modos de manipulación social para comprobarlo.

La representación en sí, es original en cuanto a su concepción escénica, una propuesta minimalista en la que se crea una atmósfera aséptica, fría y futurista. La trama juega con algunos lugares comunes de la ciencia ficción distópica, creando un universo intrigante pero relativamente plano en cuanto a su desarrollo, que no levanta el vuelo hasta aproximadamente la mitad de la función.

Un tema tan apasionante ha quedado como deslucido, deslavazado, desvaído… y ni siquiera la interacción entre una científica, una psiquiatra y una periodista con ideas contrapuestas sobre la realidad que nos agobia, y lo seguirá haciendo en un futuro inmediato cada vez con mayor intensidad, funciona adecuadamente.

En uno de los momentos en que las tres protagonistas comparten el escenario, pudieran haberse aislado los espacios de intervención mediante una iluminación focalizada, en lugar de mantenerla uniforme a pesar de que las conversaciones de la periodista no tenían nada que ver con las que desarrollaban la científica y su psiquiatra, situadas teóricamente en un lugar diferente.

En cuanto a la interpretación, es comprensible que Lola Herrera, a sus 87 años, desee mantenerse sobre las tablas, al margen de que pieza haya sido escrita por su hijo, porque esto denota su fuerza de carácter y su irrenunciable vocación escénica. Sin ser brillante, es correcta, lo que no ocurre con la de Lola Baldrich en su papel de psiquiatra, con algunos tropiezos en la dicción y cierta inestabilidad interpretativa. Por el contrario, Ana Labordeta muestra una seguridad constante que la convierte en el personaje clave de la obra, aunque no sea la protagonista oficial, que corresponde a la científica Estela Anderson que personifica Lola Herrera.

La utilización de la cama hospitalaria para movilizar el desarrollo de la trama resulta un tanto forzada, aunque quiera significar el enfrentamiento ideológico entre la doctora Soler y la periodista Eva Landau. El recurso videográfico como parte de la terapia frente a la amnesia de la protagonista es válido.

El manifiesto final de la científica, tras la repetición del momento en el que fue interrumpido por el ataque terrorista, es una conclusión acertada, y en ella reside el mensaje de esta obra distópica, pero no muy alejada de una realidad que se impone día a día en el mundo globalizado que nos está tocando vivir.

                                                                                              Francisco Javier Aguirre


jueves, 5 de enero de 2023

SER O NO SER. Crónica Teatral

 

SER O NO SER. Crónica Teatral.

 

La historia, entre crítica y sarcástica, escrita por Melchor Lengyel y convertida en guión cinematográfico por Edwin Mayer, sobre la invasión nazi de Polonia en 1939, fue plasmada en la pantalla por Ernst Lubitsch, en 1942, obteniendo un éxito memorable. 

Ha sido la compañía Okapi Producciones la que ha presentado la versión teatral de esta historia en el Teatro Principal, a partir del 4 de enero, con aforo completo y enorme entusiasmo por parte del público. La adaptación de Bernardo Sánchez respeta el guión original para la escena de Nick Withby, y la compañía que encabeza Juan Echanove, director del espectáculo además de su principal intérprete, borda el texto tras muchos meses de éxito en los escenarios de Madrid. 

Las interpretaciones son verosímiles y muy matizadas, destacando la de Lucía Quintana, como señora Tura, única mujer en escena y también la única que no dobla o triplica su papel, porque su presencia lo llena todo, prestando a la representación un aroma de sensualidad controlada, siendo el prototipo de la mujer moderna que sabe dominar situaciones comprometidas.

El resto del elenco se multiplica en todos los casos, comenzando por el protagonista, un señor Tura que Juan Echanove encarna con  absoluto rigor, así como el resto de las personalidades que adopta en el complot contra la Gestapo que sigue su rastro.

El montaje de la trama es ágil, a veces frenético, por el trasiego de los espacios escénicos donde transcurre la acción, a partir del teatro Turowski, en el que el matrimonio Tura y su compañía van a representar el ‘Hamlet’, de Shakespeare, cuando sobreviene la ocupación nazi de Varsovia. Aunque las escenas están muy bien secuenciadas, hay en el inicio un exceso en el tono de la farsa y queda un tanto desvaída la primera aparición del aviador-mensajero que establecerá contacto con Inglaterra. 

Los fondos ambientales fácilmente intercambiables son simples, pero elocuentes, completando una escenografía sencilla y eficaz que gira en torno a una escalera multifunción.

Las proyecciones cinematográficas que ilustran el momento histórico son oportunas y la música a cargo de José Recacha subraya los momentos cómicos y dramáticos, recurriendo a melodías alusivas y a la deconstrucción de una danza popular de Brahms como leit-motiv de las tensas situaciones que viven los intérpretes.

 

Francisco Javier Aguirre