sábado, 28 de enero de 2023

MILES GLORIOSUS. Crónica Teatral

 

MILES GLORIOSUS.  Crónica Teatral

Según los estudiosos de Plauto, la obra ‘El soldado fanfarrón’, posteriormente titulada ‘Miles gloriosus’, es la más antigua de las que se conservan del comediógrafo latino, escrita unos 200 años antes de Cristo. Como quiera que su autor fue durante un tiempo soldado, es muy posible que en su comedia retratara a alguno de los jefes que tuvo. Aunque la prepotencia, vanidad, egolatría y finalmente ridículo pudieran aplicarse hoy a ciertos sujetos que ostentan cargos públicos o que ejercen tareas artísticas, tal como la literatura, el cine o el propio teatro.

 La versión libre del argumento que ha realizado Antonio Prieto tiene como protagonista oficial al popular actor y presentador Carlos Sobera. Se estrenó en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida el verano pasado, en colaboración con Arequipa Producciones, y ahora ha recalado en el Teatro Principal de Zaragoza, donde se presentó el 27 de enero, para ofrecer cuatro sesiones consecutivas.

La obra cuenta a estas alturas con un prolongado rodaje y funciona con un ritmo casi milimétrico tras los varios meses transcurridos desde su estreno, manteniendo los mismos actores que en su inicio, excepto la actriz que representa a la joven Cornelia, en este caso representada por Silvia Vacas. El resto del elenco no varía respecto al que presentó la comedia en Mérida.

El arranque musical de estilo zarzuelero tiene su gracia para romper la presunta solemnidad de una obra clásica. El papel de Carlos Sobera no ofrece especial novedad porque mantiene un estilo bien conocido en su abundante trabajo televisivo, aunque ha de cargar las tintas cómicas para acomodarse a la idiosincrasia de su personaje. Pero sobre quien recae realmente la acción es sobre Ángel Pardo en el papel de Geta, el criado del soldado fanfarrón. Él urdirá la trama para humillar a su amo, liberar a Cornelia del secuestro al que está sometida y facilitar su huida con un amante que parece igualmente algo tontorrón, llamado Plenilunio, y que representa con gracia David Tortosa.

Los chistes y las situaciones graciosas son simples, tienen fácil recorrido y llegan con facilidad al público que responde con las risas previstas. Sin embargo, hay algunas escenas reiterativas, como la aparición de la presunta hermana gemela de Cornelia, que el criado Capadocio no consigue encajar, y una cierta ralentización del ritmo cuando se planea por parte del protagonista oficial la sustitución de su objetivo amoroso por la supuesta esposa de Senectus, un vecino anciano  y cotilla, interpretado por Juanjo Cucalón, que ha propiciado mediante el socorrido truco de una comunicación secreta entre ambas viviendas, los encuentros de los dos amantes que finalmente huirán de Éfeso a Atenas.

La versión libre de Antonio Prieto del texto original de Plauto, de dimensiones más reducidas, se adapta bien a lo que el actual público espera de la comedia. La escenografía recuerda montajes antiguos, utilizando incluso las candilejas y el desplazamiento de paneles móviles para crear nuevos espacios escénicos.

Un final moralizante, rompiendo la cuarta pared por parte del soldado fanfarrón, tras haber aprendido a ser humilde a causa de la broma de que ha sido objeto, es también un recurso válido por cuanto alerta al público complacido de las difíciles circunstancias en que se desenvuelve la actualidad.

 

        Francisco Javier Aguirre

 

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