sábado, 28 de octubre de 2023

MACBETH. Crónica Teatral

 

MACBETH. Crónica Teatral

Etelvino Vázquez, creador y director de la compañía Teatro del Norte, ha logrado alcanzar una nueva cima en su dilatada carrera de actor y director: Shakespeare. Con su acostumbrada austeridad de medios, ha puesto en escena en el zaragozano Teatro de la Estación, durante este fin de semana, una versión muy personal y muy impactante de Macbeth, el prototipo de la ambición indefinida e imprecisa que su esposa, Lady Macbeth, consigue fortificar y ejercer.

El esquema dibujado por Vázquez es sumamente eficaz, al dibujar un retrato preciso de los personajes claves de la obra y diseñar una dramaturgia escueta pero significativa. Sus tres actores, Sandra Fergadi, David González, Enrique Dueñas y él mismo doblan y triplican papeles con un ritmo impecable que relata el drama en toda su dimensión. Su actuación es definida, contundente, creíble y enérgica, todo un ejercicio de identificación con el texto y el ambiente.

Incluso saca Etelvino partido de la valla que define el espacio escénico para convertirla en el bosque de Birnam, cuyo sorprendente movimiento de avance  simboliza la derrota de Macbeth, el rey impostor.

El espacio sonoro es significativo porque combina con acierto resonancias de la ópera verdiana con una copla reiterativa de acento trágico que acompaña diversos pasajes de la trama, sobre todo en la voz de Sandra Fergadi como la bruja agorera y como Lady Macbeth, más un dúo monofónico de voz masculina. 

El epílogo de la versión es impactante al vincular el poder con la corrupción y la destrucción, algo que confiere a la tragedia shakespeariana un indudable aire de modernidad.

Francisco Javier Aguirre

 

viernes, 27 de octubre de 2023

PONCIA. Crónica Teatral

 

PONCIA.  Crónica Teatral

La popularidad de Lolita Flores le viene dada de estirpe y ella la ha ido consolidando por méritos propios. Durante cuatro días, del 26 al  29  de octubre, está representando en el Teatro Principal de Zaragoza la obra ‘Poncia’, original de Luis Luque y dirigida por él, mismo a partir de ‘La casa de Bernarda Alba’, de García Lorca.

El soliloquio se sitúa tras la muerte de Adela, la más joven de las hijas de Bernarda, que se ha suicidado por un amor imposible. Poncia, la criada que en la obra original desempeña un papel secundario, adquiere aquí el protagonismo absoluto puesto que se dedica a dialogar con todos los personajes de la obra descargando su insatisfacción, a veces su saña y una continua sarta de reproches, añadiendo después al soliloquio episodios de su propia vida.

La idea pertenece a la serie de obras de reconvención a posteriori, cuya cumbre pudiéramos situar en la versión dramática de la novela ‘Cinco horas con Mario’, de Miguel Delibes. Allí, Menchu, la viuda de Mario, abarca la amplia dimensión temática del difunto, pero no alcanza el carácter fantástico y de suposiciones  en el ámbito familiar que tiene el texto de Luque. Este se desarrolla a impulsos, en un cierto desorden que conduce a la dispersión y a una serie de alternativas fluctuantes que hacen oscilar la trama. 

La interpretación es consistente pero irregular, por cuanto, al menos en el estreno zaragozano, los primeros minutos adolecieron de sonoridad suficiente, entre la posición de la actriz alejada del proscenio y las toses impertinentes de parte del público. Mejoró la audición superado ese inicio, y fue consolidándose la interpretación de la actriz a pesar de las fluctuaciones señaladas en la trama.

Una escenografía vaporosa y efectista, diseñada por Mónica Boromello, con la iluminación de Paco Ariza y la ilustración musical de Luis Miguel Cobo consolidaron un espectáculo que despertó en parte del público aplausos intermedios, con una previsible y generalizada ovación final.

Francisco Javier Aguirre

jueves, 26 de octubre de 2023

MUELLE OESTE. Crónica Teatral

 MUELLE OESTE.  Crónica Teatral

Cuando una compañía de ocho actores y actrices se despide del público de espaldas, después de haber trabajado frenéticamente durante dos horas sin pausa, algo grave ha ocurrido en el escenario. Este es el imposible resumen del argumento de la obra ofrecida en el Teatro de las Esquinas, en sesión única, el miércoles 25 de octubre. 

Uno de los personajes puede afirmar que hay un barco dispuesto a zarpar del puerto con diez direcciones simultáneas. Otro puede considerar que para dejar una huella en la vida hay que matar al menos a dos personas, porque uno sólo puede morir una vez. Un tercer testimonio puede informar de que el silencio se ha escapado por la puerta de atrás sin ser visto. También se puede asegurar que para permanecer absolutamente limpio hasta la vejez no hay que haberse lavado ni aseado desde el minuto uno de su nacimiento.

Sobre decenas, quizá cientos, de estas consideraciones se construye ‘Muelle Oeste’, del dramaturgo francés Bernard-Marie Koltès, una obra cuyo trasfondo mantiene como banda sonora el eco de un caos indescriptible, pero perceptible permanentemente. En determinado momento aparece en escena un rifle Kalashnikov que va a poner fin a un enfrentamiento expreso entre dos sociedades indefinidamente contrapuestas, la de los poderosos y la de los miserables, personas que han emigrado desde países de lengua extraña que se simbolizan en la figura de alguien a quien se llama ‘negro’, pero que cubierto con una capucha en el centro de la escena y de espaldas, permanece inmóvil sin decir palabra a lo largo de toda la representación.

La ficción supera a la realidad y al mismo tiempo la realidad desborda la ficción. Hay que dejarse invadir por las sensaciones de cada episodio, de cada consigna, de cada frase, de cada silencio, de cada mirada, de cada afirmación, de cada duda, de cada amenaza, de cada concesión… para llegar a no entender racionalmente el caos en el que se desarrolla la vida humana.

La clave de esta maravillosa creación dramática radica precisamente en la dispersión mental y en la controversia emocional que provoca. Todo está quieto y agitado al mismo tiempo, suenan el silencio y el alboroto con voces inaudibles a pesar de que, como se ha dicho, el fondo sonoro de la obra ronronea en el espacio a lo largo de toda la representación, y también del mismo modo la niebla invade el escenario sin tener otro sentido que ser una cubierta irracional, una nube surrealista pero algo más, como cuando se afirma que el tiempo se divide entre el día,  la noche y el después. Del mismo modo puede asegurarse que los manantiales nacen a la inversa para regar campos inexistentes que producen únicamente desasosiego. 

Francisco Javier Aguirre

(NOTA: Para leer la sinopsis argumental y otros detalles de la obra puede consultarse la web del Teatro de las Esquinas)

lunes, 23 de octubre de 2023

TODAS LAS MENTIRAS. Crítica literaria

 

TODAS LAS MENTIRAS. Crítica literaria

 

El refinado bisturí literario de Carlos Manzano deja en carne viva a los personajes de su última novela ‘Todas las mentiras’ publicada por La Fragua del Trovador. Como es preceptivo, es al protagonista,  Isidro Trigo, a quien aplica las técnicas de disección a su alcance, que son variadas y eficaces. 

Un hombre vulgar, uno de tantos oficinistas como pululan por el universo burocratizado en el que sobrevivimos, es el polo de atracción del afinado y atinado análisis que, a través de él, realiza Manzano de la sociedad contemporánea. Con una precisión milimétrica va diseñando los diferentes estratos de la personalidad de un hombre recién separado de su mujer por decisión de ella. Sorprendido en un inocente contacto con una menor, conocida a través de las redes, se ve obligado a a abandonar el hogar y a refugiarse en un hotel. Pasados unos días, encuentra una habitación disponible en casa de una mujer, Maricarmen, de un perfil impreciso desde el punto de vista vital y laboral, aunque no desde el erótico porque todos los indicadores la señalan como lesbiana. 

En el catálogo femenino que maneja Manzano figuran otros seres de menor relieve, como su ex mujer, la hija de ambos, las dos parejas de Maricarmen y Laura, la secretaria del director de la empresa donde trabaja Isidro, que va ganando peso a lo largo de la trama para perderlo al final. Es el punto de desconsuelo, por una parte, y el acicate, por otra, que obliga al protagonista a tomar las riendas de su existencia. 

En el catálogo masculino figuran sus compañeros de trabajo y un amigo eventual, que vive en la vorágine. Isidro se niega a entrar en ella a pesar de su soltería y esquiva cualquier tipo de dependencia hasta el punto de renunciar a su puesto de trabajo. 

El final de la narración es un canto a la esperanza porque da opción a un renacimiento y al recrecimiento del personaje que, por último, ha tomado el timón de su futuro.

Es prodigiosa la habilidad con que Manzano va analizando fibra a fibra las interioridades de Trigo hasta dejarlo desnudo. Nos muestra a un ser prototípico, un ente sin relieve de los que pululan en el mundo contemporáneo, un modelo de la inconsistencia predominante en la sociedad actual, un hombre resignado a pastar en los eriales de la duda, en los vórtices de la resignación, en los abismos de la falta de significado. 


Francisco Javier Aguirre

domingo, 22 de octubre de 2023

EL PERFUME DEL TIEMPO. Crónica Teatral

 

EL PERFUME DEL TIEMPO.  Crónica Teatral                                 

A los pocos minutos de comenzar la representación de ‘El perfume del tiempo’, la obra de Chema Cardeña que se ha ofrecido en el Teatro de la Estación durante el último fin de semana, sentí una especie de desazón, algo así como una carencia. La ambientación, la música, las proyecciones videográficas y el conocimiento global del argumento me hacían desear que el acento de los protagonistas fuera argentino, incluso porteño, puesto que allí se desarrolla la acción.

Esa espontánea demanda auditiva se fue diluyendo paulatinamente cuando los diálogos entre Héctor, el padre jubilado y perfumista, interpretado de manera convincente por Juan Carlos Garés, y su presunta hija Gabriela, a la que da papel Iría Márquez con gran riqueza expresiva,  comienzan a tomar temperatura.

Presunta, porque en realidad su nombre original es Victoria, como no tardará en descubrirse al entrar en escena Sofía, personificada de modo excelente y conmovedor por Marisa Lahoz, una de las Abuelas de la Plaza de Mayo, que andan identificando a los niños robados durante la dictadura militar del general Videla y sus cómplices de 1976 a 1983.

La trama se enrosca dramáticamente en torno a este espantoso suceso en el que se ve involucrado Héctor, que acaba por reconocer su participación activa en el delito. El pasado va ganando presencia hasta imponerse a todos los personajes, incluido el hermano de Gabriela-Victoria, que interpreta Manu Valls, ajeno hasta entonces a la tragedia.

Extraordinaria la actuación de los cuatro intérpretes, particularmente la de Marisa Lahoz, en el papel de Sofía Timmerman, de una de una verosimilitud extrema, apabullante. Escenografía, iluminación, efectos musicales y recursos videográficos bien ensamblados con la trama y el ritmo de la obra, dirigida por el propio autor.

Confieso que salí del Teatro admirado por la representación, pero anímicamente destrozado, porque se da la circunstancia de que en 1986 estuve, junto con mi mujer, caminando una tarde-noche en Buenos Aires, ante la Casa Rosada, del brazo de las Abuelas de la Plaza de Mayo.

 

Francisco Javier Aguirre

miércoles, 18 de octubre de 2023

LA CÁRCEL REDENTORA. Aragón Digital

 

LA CÁRCEL REDENTORA

Leí hace poco en una red social un confuso comentario sobre las cárceles, atribuyéndoles la virtud de que los centros penitenciarios incrementan la capacidad de delinquir en los internos. Dicho de otra forma, que las estrategias de reinserción son contraproducentes, que no logran sus objetivos.

Evidentemente, estoy en desacuerdo con esa opinión. Tras quince años colaborando con funcionarios y otras personas responsables de la reinserción a través de actividades docentes, deportivas y culturales, y de participar en el programa de ‘población reclusa’ de Cruz Roja Española, a cuyo voluntariado pertenezco desde hace una década, estoy en absoluto desacuerdo con la opinión expresada confusamente por alguien en sentido contrario.

He tenido la fortuna de ser testigo de cambios radicales en la conducta de ciertos internos. He descubierto sentimientos ocultos por los avatares de la vida, he recibido confidencias y hasta confesiones más allá de lo jurídico, he experimentado en directo el agradecimiento de algunas personas conscientes de que quienes íbamos allí voluntariamente lo hacíamos porque los considerábamos personas con todos sus derechos a la cultura y el conocimiento. Una cultura y unos conocimientos que tal vez la vida les había negado por nacer en ambientes degenerados o en familias desestructuradas. A veces por sentirse oprimidos laboralmente e incluso por padecer dolencias psíquicas que nadie atendió a tiempo.

En definitiva, el centenar de personas vinculadas al extenso campo de la cultura que han participado en los programas que pude coordinar de acuerdo con los funcionarios responsables y con las directrices de Cruz Roja, me han confirmado sin ninguna excepción que para ellos la experiencia ha resultado altamente positiva. Más de uno mostró su reticencia inicial, pero tras la experiencia volvió a repetirla motu propio.

Otra circunstancia importante de estos quince años de convivencia con ese conjunto humano tan especial ha sido el conocimiento intelectual y la riqueza emocional que hemos atesorado a partir de los internos. Ese centenar de personas que hemos participado en estas actividades, nos hemos relacionado con personas deseosas de cambiar, de aprender y de abrir horizontes. No todo el mundo tiene esta actitud dentro de los centros penitenciarios, pero basta que una persona reciba a través de este procedimiento instrumentos que mejoren su vida, para que el trabajo realizado merezca la pena.

   (Artículo publicado en ARAGÓN DIGITAL el 17 de octubre de 2023)

domingo, 8 de octubre de 2023

LA ILUSIÓN CONYUGAL. Crónica Teatral

 

LA ILUSIÓN CONYUGAL. Crónica Teatral

Es poco frecuente y llama la atención que la música ambiental que recibe a los aficionados en una sala de teatro, sean los compases de una sinfonía de Beethoven. Y aún es más sorprendente cuando lo que se acude a disfrutar es una comedia. Por si fuera poco, cuando se abre el telón y aparece el montaje del escenario, esa misma música suena a todo volumen precediendo a la acción.

Este encabezamiento musical es muy satisfactorio para los melómanos refinados, aunque resulte un tanto insólito. Pero así comienza ‘La ilusión conyugal’ que desde el pasado viernes, día 6, ofrece el Teatro de Las Esquinas, bajo la dirección de Antonio Hortelano, y que ha despertado un enorme interés entre el público.

El argumento es sencillo pero bien estructurado: una pareja decide confesarse mutuamente sus infidelidades. Se trata de un juego no exento de riesgos. Pero los protagonistas, María y Maxi, interpretados por Ángela Cremonte y Alejo Sauras, lo asumen. Hay un diálogo fluido, con preguntas comprometidas y respuestas equívocas.

El morbo de la situación va ganando enteros hasta que interviene un tercer personaje que aparece como elemento de distensión. Se trata de un amigo, interpretado por Alex Barahona, a quien Maxi recurre de improviso para aliviar la tensión que ha crecido entre los miembros de la pareja. Es un tipo peculiar, un ejemplar masculino característico que asume de mala gana su soledad tras haber fracasado su matrimonio.

Progresivamente ese triángulo, inicialmente inocuo, va ganando dimensión y riesgo, incrementándose al mismo tiempo la comicidad. Hay, sin embargo, ciertos espacios ‘vacíos’, que ralentizan la acción innecesariamente.

En un momento de cierta tensión, ya al final de la obra, se resuelve la clave de la sorpresa que ha podido suponer para el espectador el inicio de la obra con música de Beethoven. Ingenioso recurso del autor, Éric Assous, arropado por una escenografía de Pablo Menor y las intrépidas actuaciones de la pareja formal, que contrastan con la aparente apatía, no exenta de comicidad, del amigo recién llegado.

El tema de la infidelidad conyugal puede enfocarse de forma dramática o resultar manido e intrascendente, pero ambos extremos se evitan en esta comedia que permanecerá durante dos semanas en el zaragozano Teatro de las Esquinas.

La obra de Assous se estrenó hace doce años con otro título, ‘Los hombres NO mienten’, protagonizada por el mítico galán Arturo Fernández, y desde entonces ha seguido cosechando aplausos.

 

Francisco Javier Aguirre