jueves, 26 de octubre de 2023

MUELLE OESTE. Crónica Teatral

 MUELLE OESTE.  Crónica Teatral

Cuando una compañía de ocho actores y actrices se despide del público de espaldas, después de haber trabajado frenéticamente durante dos horas sin pausa, algo grave ha ocurrido en el escenario. Este es el imposible resumen del argumento de la obra ofrecida en el Teatro de las Esquinas, en sesión única, el miércoles 25 de octubre. 

Uno de los personajes puede afirmar que hay un barco dispuesto a zarpar del puerto con diez direcciones simultáneas. Otro puede considerar que para dejar una huella en la vida hay que matar al menos a dos personas, porque uno sólo puede morir una vez. Un tercer testimonio puede informar de que el silencio se ha escapado por la puerta de atrás sin ser visto. También se puede asegurar que para permanecer absolutamente limpio hasta la vejez no hay que haberse lavado ni aseado desde el minuto uno de su nacimiento.

Sobre decenas, quizá cientos, de estas consideraciones se construye ‘Muelle Oeste’, del dramaturgo francés Bernard-Marie Koltès, una obra cuyo trasfondo mantiene como banda sonora el eco de un caos indescriptible, pero perceptible permanentemente. En determinado momento aparece en escena un rifle Kalashnikov que va a poner fin a un enfrentamiento expreso entre dos sociedades indefinidamente contrapuestas, la de los poderosos y la de los miserables, personas que han emigrado desde países de lengua extraña que se simbolizan en la figura de alguien a quien se llama ‘negro’, pero que cubierto con una capucha en el centro de la escena y de espaldas, permanece inmóvil sin decir palabra a lo largo de toda la representación.

La ficción supera a la realidad y al mismo tiempo la realidad desborda la ficción. Hay que dejarse invadir por las sensaciones de cada episodio, de cada consigna, de cada frase, de cada silencio, de cada mirada, de cada afirmación, de cada duda, de cada amenaza, de cada concesión… para llegar a no entender racionalmente el caos en el que se desarrolla la vida humana.

La clave de esta maravillosa creación dramática radica precisamente en la dispersión mental y en la controversia emocional que provoca. Todo está quieto y agitado al mismo tiempo, suenan el silencio y el alboroto con voces inaudibles a pesar de que, como se ha dicho, el fondo sonoro de la obra ronronea en el espacio a lo largo de toda la representación, y también del mismo modo la niebla invade el escenario sin tener otro sentido que ser una cubierta irracional, una nube surrealista pero algo más, como cuando se afirma que el tiempo se divide entre el día,  la noche y el después. Del mismo modo puede asegurarse que los manantiales nacen a la inversa para regar campos inexistentes que producen únicamente desasosiego. 

Francisco Javier Aguirre

(NOTA: Para leer la sinopsis argumental y otros detalles de la obra puede consultarse la web del Teatro de las Esquinas)

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