martes, 15 de noviembre de 2022

AMALIA Y EL RÍO. Crónica teatral

 

AMALIA Y EL RÍO

 

Bien pudiera titularse esta obra, presentada en el Teatro de la Estación el pasado fin de semana por la compañía Teatro Guirigai, con Magdalena García Arenal y Cándido Gómez como intérpretes, en una dramaturgia creada y dirigida por Agustín Iglesias, como ‘Contrabando en la frontera’, aludiendo al título que el profesor de antropología de la universidad de Extremadura, Eusebio Medina García, dio a ese penoso fenómeno que tuvo como escenario, no solo la frontera de Portugal, en este caso el río Guadiana a su paso por aquella región, sino también la de Francia, durante la primera década de la dictadura franquista, e incluso más tarde.

La acción se centra en la primera de las citadas, entre las poblaciones de Badajoz y Olivenza, y responde a la historia real de Antonia ‘La Lirina’, que realizaba el penoso trabajo de contrabandista para sobrevivir y aportar algún dinero a la débil economía familiar que encabezaba su marido, zapatero remendón, hasta que este falleció y la mujer tuvo que emigrar a Barcelona con sus ocho hijos a mediados de los años 60.

El espectáculo impresiona por la rotundidad de la puesta en escena en un escenario dominado por la confusión de objetos y la vitalidad de la protagonista, contrapunteada eficazmente por el antagonista masculino que realiza diferentes papeles, con un sesgo común: la jactancia del hombre, su astucia, su falta de honestidad unida a un sentido festivo de la vida con ánimo de conquista y de dominio sobre la mujer. Excelente la pluralidad de registros que muestra Cándido Gómez en su desaliño indumentario, gestual y verbal.

La protagonista, Magdalena García Arenal en su papel de Amalia, desarrolla una actuación más uniforme dentro de la multiplicidad de situaciones que aborda, resultando en ocasiones un tanto reiterativa, aunque remediando esta circunstancia con su expresividad, tanto en gestos como en lenguaje.

La música de época que subraya diversos pasajes de la trama, está bien seleccionada y contribuye a situar históricamente la obra.

Este impactante retrato de la España profunda y miserable en sus escalas bajas, hace casi ocho décadas, en el que las fuerzas del orden participan negativamente, además de ciertos resabios políticos, como las alusiones a la División Azul, deja un sabor al mismo tiempo ácido y amable en la realista puesta en escena del Teatro Guirigai.

 

Francisco Javier Aguirre

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