domingo, 30 de marzo de 2025

LOS AMIGOS DE ELLOS DOS. Crónica Teatral

 

LOS AMIGOS DE ELLOS DOS. Crónica Teatral

A los pocos minutos de iniciarse la obra Los amigos de ellos dos en el Teatro Principal, invadió mi memoria el recuerdo de una novela que publiqué en1992, titulada La última cena, de la que hice una versión teatral que no ha llegado a las tablas. La situación inicial era muy parecida: una persona espera a cenar en un restaurante a otras dos a quienes ya conoce. Pero la conclusión era totalmente distinta, porque aparecen los invitados. 

Aunque remedando contradictoriamente al gran Paco Umbral, “No he venido a hablar de mi libro”, sino de la pieza de Daniel Veronese y Matías de Federico, dirigida por el primero, que interpretaron Malena Alterio y David Lorente.

La obra ofrece una primera parte anodina porque se circunscribe a las discrepancias de una pareja de rango social medio, que se encuentra en un restaurante del lujo esperando la llegada de sus anfitriones, otra pareja de éxito con la que continuamente se comparan remarcando las diferencias en su contra.

El nerviosismo de Nicolás contrasta con la cierta apatía de Eli, que interiormente se va encrespando hasta que llega el verdadero enfrentamiento entre ambos, pasando de la comedia simple a la dramedia compleja. Tras doce años de encuentros semanales en restaurantes de lujo, los anfitriones ausentes han dado plantón a la pareja protagonista, que no se explica el menosprecio y ha de ahondar en detalles al parecer nimios para asimilar aquel desplante. 

A partir de aquí, los autores no profundizan lo suficiente, conformándose con un giro copernicano al final sin haber planteado previamente las bases para analizar los motivos profundos del abandono de que son objeto esta pareja mediocre por sus amigos, más adinerados, mejor situados socialmente, con mayor iniciativa.

 La actuación de los actores en la primera parte es correcta, dentro de un esquema convencional de conflictos superficiales de pareja, pero cuando profundizan en su discrepancia, quedan indefensos ante la sinrazón de sus antiguos amigos que, al parecer, los han sustituido por otros más a su altura.

Es una situación absurda que desemboca en un surrealismo de factura insuficiente. El final es sorprendente y arbitrario, porque llega desde una gratuidad de planteamientos inexistentes con anterioridad.

Francisco Javier Aguirre


sábado, 1 de marzo de 2025

JANE B. Crónica Teatral

 

JANE B. Crónica Teatral

Durante el presente fin de semana se está ofreciendo en el Teatro del Mercado una nueva colaboración entre la cantante, actriz y profesora María Pérez Collados y el autor teatral Miguel Ángel Mañas, que además dirige la obra. En esta ocasión afrontan la dramática historia de Jane Eyre, protagonista de una de las novelas escritas por las hermanas Brontë, en este caso Charlotte, en un tiempo en el que las mujeres tenían casi prohibido escribir o tenían que hacerlo bajo seudónimos; el de Charlotte fue Currer Bell.

Acompañada por Faustino Cortés, pianista en escena, además de gestor de efectos especiales mediante un látigo polimorfo con el que conseguía crear los efectos sonoros de un huracán, más emocional que físico, la protagonista fue desgranando de una forma dramática, pero con acento lírico, la atribulada historia de Jane Eyre, víctima de las convenciones sociales de su época. Ella conoció la soledad, el desarraigo, la inestabilidad laboral y el rechazo personal, pero, como una heroína de fuste, no se rindió y consiguió reunir fuerzas para decir ¡Basta ya!

En definitiva, Jane B es la historia condensada de aquellas mujeres que dijeron No, de las que prefirieron enfrentarse a la tormenta en lugar de resignarse a la marginación. Un manifiesto de la autora de la novela resume el contenido de la misma: “El valor no es la ausencia del miedo, sino la capacidad de actuar a pesar de él”.

La interpretación de María Pérez Collados fue impecable, mostrando sus dotes de adaptación a las diversas escenas diseñadas por el autor de la obra, y al mismo tiempo ofreció un extraordinario recital de canciones propias que completaron un espectáculo de alta densidad escénica y emocional. 

Francisco Javier Aguirre