viernes, 4 de abril de 2025

LA RATONERA. Crónica teatral

 


 LA RATONERA. Crónica teatral

Pronto se cumplirán los tres cuartos de siglo desde que esta obra emblemática de Agatha Christie saltó a la escena británica, en Nottingham. Una de las premisas universalmente aceptadas es que, al final de la representación, un actor ruegue a los espectadores de las próximas funciones que no revelen a nadie quién es el criminal.

El rito se cumplió escrupulosamente en el Teatro Principal en el estreno de la obra, el pasado jueves, día 3. A pesar de ello, es probable que en las ocho representaciones restantes durante este fin de semana y el próximo, más de un espectador conozca el final, dados los saberes dramáticos que se suponen a buena parte  de los asistentes. 

Es gratificante comprobar cómo esta obra, que se ha representado miles de veces a lo largo y a lo ancho de todo el mundo, sigue estando en vigor por la riqueza de matices de sus personajes y la sabia interrelación entre ellos diseñada por la dramaturga británica. 

Desde su llegada a España en 1954, primero en San Sebastián y seguidamente en Madrid, dos años después de su estreno, superan la docena las versiones realizadas con diferentes actores y directores en nuestro país. La ofrecida por Olympia Metropolitana, en versión de Ignasi Vidal y bajo su dirección, que se puede contemplar en nuestro foro, respeta la estructura original, modificando algunos detalles que la modernizan.

Vidal propone diferentes focos de atención en la misma escena  para divertir al espectador y despistarle, sin que pueda centrarse en nada, sin que se sienta cómodo siguiendo la trama, algo que diferencia su versión de la obra clásica. El texto es prácticamente el mismo, pero adaptado en su forma, rompiendo con la lógica teatral y ofreciendo diferentes datos de sospecha al mismo tiempo.

De este modo, la acción es más dinámica, aunque los actores responden a los prototipos ideados por la autora, destacando Diego Braguinsky como el histriónico señor Paravicini, por su original desempeño del enigmático personaje que interviene diversificando las responsabilidades.

La dramaturgia sobria y la escenografía realista resultan muy adecuadas a la acción y permiten un tránsito fluido de los actores por el escenario. Los efectos especiales contribuyen también a consolidar una obra imperecedera.

Francisco Javier Aguirre

 


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