LA SOMBRERERÍA DE QUITA Y PON. Crónica teatral
Hay una enorme dosis de conocimiento y ternura en la obra de Raúl Herrero, que durante este fin de semana se está ofreciendo en el zaragozano Teatro del Mercado. Bajo la dirección de Joaquín García, sus hijos Silvia y Alejandro realizan un prodigioso ejercicio escénico, de inspiración circense, combinando lo cómico con lo simbólico en una interpretación que muy pronto se convierte en entrañable.
Los dos hermanos, propietarios de la sombrerería de Quita y Pon, diminutivos familiares de Poncio y Quiteria, engalanan con sus voces, sus gestos y sus juegos el espacio escénico creado por Óscar San Martín, y enriquecido con una meticulosa escenografía de Manolo Pellicer.
Hay una actividad frenética, definida por los encuentros y desencuentros de la pareja protagonista, que no da respiro al espectador, envuelto por la sucesión de giros verbales, recursos malabares, canciones de época y nostalgias que los dos hermanos escenifican de forma admirable retornando a sus juegos de infancia. En ese pasaje, la obra rompe la cuarta pared e invita a participar a los asistentes en la resolución de las adivinanzas con las que los dos niños se retan. Este episodio constituye una de las cumbres de la comedia, un momento donde el juguete cómico adquiere inusitada intensidad, un tracto escénico en el que el rol femenino consolida su predominio gradual sobre el masculino.
La banda sonora, a cargo de Jonathan Carrillo, aglutina los diversos componentes de la obra y respalda con eficacia, tanto la interpretación de los actores como la participación de los principales objetos esenciales y presenciales -la colección de sombreros-, que añaden un sentido genuino a todo el espectáculo.
Francisco Javier Aguirre
Gracias por la sugerencia, Javier.
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