viernes, 13 de enero de 2023

ADICTOS. Crónica Teatral

 

ADICTOS.   Crónica Teatral

Voy a comenzar esta crónica por el final, aludiendo a lo que se denomina ‘espacio sonoro’ que, según el programa, ha estado a cargo de Jorge Muñoz. Soy un melómano apasionado y uno de mis autores favoritos es Franz Schubert, de manera que la utilización de sus melodías a lo largo de la obra ‘Adictos’, escrita por Daniel Dicenta Herrera y Juanma Gómez, ha significado uno de los atractivos mayores que he encontrado en la función, estrenada en el Teatro Principal el jueves 12 de enero.

Tras lo anterior, he de reconocer que la obra me ha defraudado en términos generales, porque los planteamientos intelectuales y la sinopsis publicada me habían hecho concebir mayores esperanzas sobre la denuncia, ya consolidada entre las personas conscientes, de que estamos siendo manipulados. Es algo que flota en el ambiente; basta consultar con los expertos en los diversos modos de manipulación social para comprobarlo.

La representación en sí, es original en cuanto a su concepción escénica, una propuesta minimalista en la que se crea una atmósfera aséptica, fría y futurista. La trama juega con algunos lugares comunes de la ciencia ficción distópica, creando un universo intrigante pero relativamente plano en cuanto a su desarrollo, que no levanta el vuelo hasta aproximadamente la mitad de la función.

Un tema tan apasionante ha quedado como deslucido, deslavazado, desvaído… y ni siquiera la interacción entre una científica, una psiquiatra y una periodista con ideas contrapuestas sobre la realidad que nos agobia, y lo seguirá haciendo en un futuro inmediato cada vez con mayor intensidad, funciona adecuadamente.

En uno de los momentos en que las tres protagonistas comparten el escenario, pudieran haberse aislado los espacios de intervención mediante una iluminación focalizada, en lugar de mantenerla uniforme a pesar de que las conversaciones de la periodista no tenían nada que ver con las que desarrollaban la científica y su psiquiatra, situadas teóricamente en un lugar diferente.

En cuanto a la interpretación, es comprensible que Lola Herrera, a sus 87 años, desee mantenerse sobre las tablas, al margen de que pieza haya sido escrita por su hijo, porque esto denota su fuerza de carácter y su irrenunciable vocación escénica. Sin ser brillante, es correcta, lo que no ocurre con la de Lola Baldrich en su papel de psiquiatra, con algunos tropiezos en la dicción y cierta inestabilidad interpretativa. Por el contrario, Ana Labordeta muestra una seguridad constante que la convierte en el personaje clave de la obra, aunque no sea la protagonista oficial, que corresponde a la científica Estela Anderson que personifica Lola Herrera.

La utilización de la cama hospitalaria para movilizar el desarrollo de la trama resulta un tanto forzada, aunque quiera significar el enfrentamiento ideológico entre la doctora Soler y la periodista Eva Landau. El recurso videográfico como parte de la terapia frente a la amnesia de la protagonista es válido.

El manifiesto final de la científica, tras la repetición del momento en el que fue interrumpido por el ataque terrorista, es una conclusión acertada, y en ella reside el mensaje de esta obra distópica, pero no muy alejada de una realidad que se impone día a día en el mundo globalizado que nos está tocando vivir.

                                                                                              Francisco Javier Aguirre


jueves, 5 de enero de 2023

SER O NO SER. Crónica Teatral

 

SER O NO SER. Crónica Teatral.

 

La historia, entre crítica y sarcástica, escrita por Melchor Lengyel y convertida en guión cinematográfico por Edwin Mayer, sobre la invasión nazi de Polonia en 1939, fue plasmada en la pantalla por Ernst Lubitsch, en 1942, obteniendo un éxito memorable. 

Ha sido la compañía Okapi Producciones la que ha presentado la versión teatral de esta historia en el Teatro Principal, a partir del 4 de enero, con aforo completo y enorme entusiasmo por parte del público. La adaptación de Bernardo Sánchez respeta el guión original para la escena de Nick Withby, y la compañía que encabeza Juan Echanove, director del espectáculo además de su principal intérprete, borda el texto tras muchos meses de éxito en los escenarios de Madrid. 

Las interpretaciones son verosímiles y muy matizadas, destacando la de Lucía Quintana, como señora Tura, única mujer en escena y también la única que no dobla o triplica su papel, porque su presencia lo llena todo, prestando a la representación un aroma de sensualidad controlada, siendo el prototipo de la mujer moderna que sabe dominar situaciones comprometidas.

El resto del elenco se multiplica en todos los casos, comenzando por el protagonista, un señor Tura que Juan Echanove encarna con  absoluto rigor, así como el resto de las personalidades que adopta en el complot contra la Gestapo que sigue su rastro.

El montaje de la trama es ágil, a veces frenético, por el trasiego de los espacios escénicos donde transcurre la acción, a partir del teatro Turowski, en el que el matrimonio Tura y su compañía van a representar el ‘Hamlet’, de Shakespeare, cuando sobreviene la ocupación nazi de Varsovia. Aunque las escenas están muy bien secuenciadas, hay en el inicio un exceso en el tono de la farsa y queda un tanto desvaída la primera aparición del aviador-mensajero que establecerá contacto con Inglaterra. 

Los fondos ambientales fácilmente intercambiables son simples, pero elocuentes, completando una escenografía sencilla y eficaz que gira en torno a una escalera multifunción.

Las proyecciones cinematográficas que ilustran el momento histórico son oportunas y la música a cargo de José Recacha subraya los momentos cómicos y dramáticos, recurriendo a melodías alusivas y a la deconstrucción de una danza popular de Brahms como leit-motiv de las tensas situaciones que viven los intérpretes.

 

Francisco Javier Aguirre

 

viernes, 23 de diciembre de 2022

CUENTO DE NAVIDAD. Crónica Teatral

 

CUENTO DE NAVIDAD.  Crónica Teatral

Un cuento que viene a cuento en estas fechas es el Cuento de Navidad de Charles Dickens, que ha ofrecido el Teatro Principal de Zaragoza a partir del día 22 de diciembre y lo hará hasta el 2 de enero del próximo año en una versión de Mingo Ruano. Se trata de una adaptación moderna, con inclusiones musicales, en la que se hace hincapié en los elementos dolorosos y sentimentales, así como en algunos episodios divertidos que retratan una época, siempre a partir de un protagonista el prestamista Ebenecer Scrooge,  símbolo de las personas que se caracterizan por su enorme avaricia.

El autor quiso contribuir con su relato, que luego ha servido de guión para numerosas adaptaciones escénicas y cinematográficas, a despertar la conciencia social sobre las clases desfavorecidas que abundaban en su época –y también en la nuestra– y la necesidad de remediar aquella situación. Los tres espíritus que representan su pasado, su presente y su futuro lo visitan mientras duerme el día de Nochebuena, y le muestran la miseria moral consistido su existencia. Ello despierta unos remordimientos que le hacen cambiar de actitud y celebrar el día de Navidad con el entorno al que hasta entonces había maltratado.

Bajo la dirección del propio Mingo Ruano, con un montaje dinámico de factura tradicional y un vestuario de época, el atractivo principal de la obra se encuentra en el protagonista Fernando Cayo, secundado por una docena de actores que encajan perfectamente en el ambiente y realizan en muchas ocasiones dobles y triples papeles. Destaca la ambientación musical y el juego de espacios a través de un oportuno diseño de la iluminación debido a Juai González. La utilización por parte de los actores de un sistema de amplificación vocal redunda, en ocasiones, en un cierto efecto de lejanía expresiva y mecánica entre los espectadores

Con aforo completo durante los días de la representación, el Teatro Principal contribuye de esta forma a darle a la Navidad una dimensión artística en el siempre sugerente mundo del teatro.

Francisco Javier Aguirre


lunes, 19 de diciembre de 2022

NUMANCIA. Crónica Teatral

 

NUMANCIA, de Miguel de Cervantes.  CRÓNICA TEATRAL

 

La representación de la Numancia, de Cervantes, que ha ofrecido la compañía segoviana Nao d’Amores, bajo la dirección de Ana Zamora, en el Teatro de la Estación, este fin de semana, ha resultado una obra realmente impactante. Un montaje de protagonismos alternativos da lugar a la comprensión circular de un texto sabiamente versificado, que los intérpretes traducen con verdadera introspección. Se trasciende la mera anécdota para profundizar en los significados ocultos de los sentimientos, que mueven tanto a los romanos como a los numantinos para actuar de la forma en que lo hacen.

La utilización del espacio escénico está muy bien diseñada porque permite establecer tanto el campo de batalla desde el punto de vista del asedio como del de la resistencia.

La diversificación de varios de los actores se sigue con facilidad. Hay una continuidad en la acción que apenas toma pausa cuando han de cambiar o despojarse del vestuario, momento tenso de la obra al significar a través de la desnudez la indefensión del pueblo numantino y su carencia de alimentos.

La combinación de músicas medievales y renacentistas da verosimilitud a la obra de Cervantes, lo mismo que los sonidos supuestamente originales de la época romana, de carácter bélico, que abren el espectáculo creando un ambiente tenso que va diversificándose a medida que avanza la acción. La combinación de los instrumentos individuales con el órgano positivo que hace de bajo continuo, o pedal, mantiene una situación tensa y eleva el marco sonoro a la dimensión de una cantata de carácter épico.

 En la obra pueden distinguirse dos partes, dado que la primera enfrenta el problema global con la oportuna alternancia de situaciones colectivas por parte de los bandos contendientes, y en la segunda hay un descenso al elemento emocional en la pareja de enamorados que amplían su drama con la presencia de otros familiares.

Es de gran impacto el cuadro en el que se ofrece a los famélicos sitiados pan robado a los romanos, pero envuelto en un paño ensangrentado. El sentido de sacrificio colectivo y de solidaridad en la desgracia para  defender la libertad como bien último, es el mensaje del autor que los actores expresan de forma elocuente.

Preciso y dinámico el montaje, tanto escénico como musical. El único inconveniente a señalar es que la movilización permanente de capas y vestimentas provoca en el ambiente una densificación del aire que llega a molestar. Numancia no pereció entre las llamas y el humo, por lo que quizá debiera revisarse ese pequeño detalle.

sábado, 3 de diciembre de 2022

LA ESCUELA DE LOS VICIOS. Crónica Teatral

 

LA ESCUELA DE LOS VICIOS.  Crónica Teatral


Francisco de Quevedo es un río caudaloso, cuando no un torrente impetuoso, que proporciona temas, personajes y argumentos para cualquier construcción dramática. Es lo que ha hecho la compañía Morfeo Teatro que este fin de semana ha presentado en el zaragozano Teatro de las Esquinas un montaje basado en sonetos, sátiras y discursos políticos del considerado uno de los genios del Siglo de Oro español.

Mayte Bona, Felipe Santiago y Francisco Negro, bajo la dirección de este último, autor asimismo de la dramaturgia, y con un sugerente vestuario diseñado por la propia Mayte, han construido una pieza paródica, irónica, festiva y hasta cínica basándose en los textos de Quevedo. (Aunque sea entre paréntesis, hay que recordar que don Francisco contrajo matrimonio en 1634 con doña Esperanza de Mendoza en la villa zaragozana de Cetina, donde sin duda pudo inspirarse para crear algunos de sus personajes).

Pero volviendo a la representación que Morfeo Teatro titula LA ESCUELA DE LOS VICIOS hay que subrayar la excelencia de los actores, los tres avezados en el verso y la comedia, con Mayte Bona llevando la batuta del espectáculo en su papel de Diablo Cojuelo, tentador de los caballeros Muñoz y Mendoza, necios y hasta petimetres, que intentan aprovechar las enseñanzas del maligno para alcanzar los títulos de Bachiller en mentir, Licenciado en engañar, Doctor en robar y Catedrático en medrar. Llegarán a ser nombrados Ministro y Magistrado respectivamente, aunque el diablo tiene un último propósito, porque él mismo se atribuirá el oficio de Banquero.

Cuando confluyen los aprendizajes y se establecen los destinos de cada cual, la obra alcanza su máximo grado de tensión interpretativa, al mismo tiempo que deja patente el espíritu subversivo del texto, subrayado por los compases iniciales del pasodoble La España cañí (del maestro aragonés Pascual Marquina), a cuyo ritmo danzan los personajes. Mención especial a la interpretación de los actores, porque no es fácil que el verso clásico fluya con la seguridad que los tres muestran.

Los propios creadores de la obra advierten que “este espectáculo, como buena farsa, es políticamente incorrecto, tiene una alta dosis de inquina, es hiriente, cáustico y por ende provoca risa inteligente (mérito en su mayor parte del autor), por lo que puede desaconsejarse su ingesta a públicos con mentalidad ultraconservadora, o que vayan al teatro sólo a pasar un buen rato y no pensar”.

 

Francisco Javier Aguirre


viernes, 2 de diciembre de 2022

CIGARRERAS. Crónica Teatral

 

CIGARRERAS.  Crónica Teatral

Emilia Pardo Bazán fue una perspicaz testigo de su época, además de una pionera en la defensa de los derechos de la mujer trabajadora. De ello trata su novela LA TRIBUNA que ha sido adaptada a la escena por Cándido Pazó, con el título de CIGARRERAS. Su estreno en Zaragoza tuvo lugar el jueves, día 1, bajo la dirección del propio Pazó, con el protagonismo de siete mujeres: Susana Dans, que representa a la escritora gallega, Ledicia Sola, Ana Santos, Isabel Naveira, Tamara Canosa, Covadonga Berdiñas y Mercé Castro.

Una escenografía esquemática, pero elocuente, de Dani Trillo, muestra el taller de las mujeres que laboran girando las reglamentarias seis hojas de tabaco para convertirlas en puros. Toda una simbología de inicio, porque además de tener empleadores masculinos, los destinatarios de su producción son habitualmente los hombres.

El siglo XIX fue pródigo en alborotos políticos y sociales, un anticipo de lo que ocurrió más tarde en el XX. Hubo guerras civiles, aunque territorialmente limitadas, hubo pronunciamientos militares y un sinfín de alteraciones laborales de las que son buena muestra la novela de la que surge CIGARRERAS.

La trama argumental tiene dos líneas, siendo la primera las relaciones entre los personajes, y la segunda la imposible historia de amor entre una de las cigarreras y un burgués, oficial del ejército, situación inviable en la época. Es precisamente esta cigarrera, Amparo, la que lidera la protesta de sus compañeras y la que recibe el sobrenombre de La Tribuna por su elocuencia y fogosidad.

La interpretación de las actrices, que en su mayor parte utilizan el acento gallego para dar mayor verosimilitud a su ubicación, es desigual, resultando a veces difícil seguir el discurso de los diálogos por su excesiva velocidad al expresarse. Esto es particularmente notable en Susana Dans, que representa a la escritora, con una dicción clara pero excesivamente veloz. La duración de la obra se acerca a las dos horas, pero con una dicción más relajada, en la simbiosis lectura-narración directa (un acierto del versionador), las hubiera superado.

El trasiego de sillotes y útiles de trabajo de las cigarreras marca el transcurso del tiempo. La tensión dramática va en aumento, tanto por el problema laboral como por el social que representa el abandono de Amparo por parte de su presunto novio. Las canciones coreográficas que salpican la trama dan a la obra un simbolismo notable, sobre todo la última, reclamando la constitución de una República Federal.

Francisco Javier Aguirre

lunes, 28 de noviembre de 2022

LOS DIOSES Y DIOS. Crónica Teatral

 


LOS DIOSES Y DIOS.  Crónica Teatral

La capacidad de vincular el pasado con el presente al mismo tiempo que se niega el futuro es una estrategia que Rafael Álvarez ‘el Brujo’ desarrolla con absoluta facilidad vehiculando nociones eruditas con reflexiones vulgares al mismo tiempo que proclama la excelencia de lo cutre y la locura de lo exquisito que entra por los ojos y los oídos de los espectadores creando una sensación unitaria de lo disperso que al mismo tiempo desempeña funciones de catarsis y de exaltación utilizando recursos que van desde la teología hasta el cinismo pasando por la referencias más lúgubres a la actualidad informativa que nos hace transitar entre miedos y elucubraciones conducentes a la confusión por la que abogan tanto algunos medios informativos como algunas fuerzas económicas dispuestas a trasladar a la ficción las realidades más sangrantes de la cotidianidad que no dejan de repetir secuencias del pasado mítico recogidas por la tragedia griega o por la comedia latina de Sófocles a Plauto cuando son representadas en los renacidos teatros romanos de Mérida donde el propio actor que no renuncia a ser trágico y cómico al mismo tiempo ha interpretado sus nociones de erudición adobadas de reflexiones filosóficas con el apoyo instrumental de algunos elementos sonoros que han ido enriqueciendo su discurso verbal con ecos estratosféricos reclamando atenciones e intenciones que despiertan la indignación y al mismo tiempo el aplauso de los espectadores que incluso se alzan en bloque al finalizar la función danzando con los brazos en alto y al compás porque con toda seguridad sus recursos expresivos perdurarán a lo largo de los siglos cuando menos hasta el día después de que acabe la eternidad aún cuando la física augure otros perfiles a la existencia del universo que no será capaz de anular aquellas vivencias profundas que anidaron en el corazón de los espectadores del zaragozano Teatro de las Esquinas las tres noches en las que el Brujo realizó sus exorcismos gestuales y vehiculares exaltando los ánimos al mismo tiempo que limpiaba los corazones y aligeraba las mentes de quienes sin tener en cuenta datos como la edad o la experiencia de la vida intentaban aprender que la felicidad es cosa de minutos o incluso de dos horas de abandono a las palabras y a los gestos de quien provoca lo mismo la risa que la reflexión hablando de los dioses antiguos y de los actuales entre los cuales cada uno de los asistentes puede elegir y hasta identificarse bien sea piadoso o incrédulo porque en todos los órdenes de la sabiduría la frecuencia vibratoria de la materia supera a las especulaciones de la espiritualidad ya provengan de las realezas de este mundo o de la irrealidad que gobierna artificiosamente la vida del cómico desde su más tierna antigüedad de monaguillo piadoso que provocaba genuflexiones entre las devotas damas sin que ello derivara en tortícolis agudas de las rodillas sino que más bien despertaba en sus espíritus efluvios de eternidad.

Francisco Javier Aguirre