MANUELA, EL VUELO INFINITO. Crónica Teatral
El Teatro de la Estación ha presentado durante el pasado fin de semana una obra de gran impacto que se desarrolla en varios planos. Lo más impactante es que la protagonista del hecho real que se narra, Manuela Vos, está presente en la escena y lo hace sobre una silla de ruedas, en la que sobrevive.
Sobrevive es un término equívoco por cuanto supone generalmente una resignación a la existencia en malas condiciones, pero no es este el caso, por lo que tal vez hubiera que decir ‘supervive’, haciendo hincapié en el primer sintagma del término: súper. Ciertamente, Manuela es la superviviente de un grave accidente alpino, pero lo maravilloso de la situación es que ha conseguido superar el trauma, a pesar de sufrir sus consecuencias.
Con la autoría y bajo la dirección de Emilio del Valle, las compañías Inconstantes Teatro, Escena Miriñaque y Tranvía Teatro, esta última titular del recinto zaragozano, han montado un espectáculo multidisciplinar y multifocal, puesto que hay acción, música, audiovisuales, elementos simbólicos y un desarrollo actoral que funde en unidad dramática todos los ingredientes para contar una historia y analizar sus consecuencias.
La historia de Manuela, presente en escena, a quien reinterpreta Luna Mayo, nos coloca frente a un espejo para interrogarnos sobre la manera en que la sociedad atiende estas situaciones. El desarrollo de la acción gravita sobre Luna, que intenta asumir como actriz el papel que le han asignado, y sobre Jorge Muñoz, que hace las veces de director del montaje. Pero la protagonista real es Manuela, cuyo testimonio se estremecedor.
Hay un pasaje terrible en el que, tras referirlo Luna Mayo, se llega a lo más abyecto del ser humano cuando se cuenta el robo del iPhone de Manuela por alguien que ayudaba a esta mujer tetrapléjica a superar en su silla de ruedas el bordillo de una acera. La explosión de ira contra el desalmado, deriva en una diatriba brutal sobre el capitalismo que exprime sin ningún escrúpulo a los desfavorecidos provocando guerras beneficiosas para la élite gobernante y sus lacayos, esa absoluta minoría de presuntos humanos que dominan de forma inmisericorde a la inmensa mayoría en todos los países. Es un alegato de gran calado social que muy pocas compañías teatrales y muy pocos medios de comunicación serían capaces de explicitar.
Francisco Javier Aguirre
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