sábado, 14 de junio de 2025

LA MÚSICA. Crónica Teatral

 

LA MÚSICA. Crónica Teatral

Hace cincuenta años, Stanley Kubrick utilizó como leitmotiv para su película ‘Barry Lyndon’ el segundo movimiento, Andante con moto, del ‘Trío n° 2, Op. 100’, de Franz Schubert. Con esta misma melodía se abre el telón de ‘La Música’, de Marguerite Duras que, en versión  y bajo la dirección de Magüi Mira, se está representando estos días en el Teatro Principal de Zaragoza. Impactante inicio sonoro que anticipa el tono lúgubre y el ambiente tenso en el que se va a desarrollar la trama de la pieza dramática interpretada por Ana Duato y Darío Grandinetti.

Esta pareja de divorciados se encuentran en un hotel al cabo del tiempo para concretar los últimos detalles de su separación. En palabras de la autora, “La Música es un constante reescribir la imposible partitura del amor”. La acción transcurre en una noche desquiciada, pero de forma paradójica, porque los interesados comprueban que les unen más proximidades que distancias tienen, aunque las segundas parecen irreversibles. Por momentos intentan reconstruir un pasado que rememoran caótico y desgarrador, pero ya en su madurez comprenden que va a resultar difícil, si no imposible. 

Hablan y hablan, se acercan y se distancian, se abrazan y se repelen, se acarician y se martirizan con recuerdos lacerantes, jugando con las posturas y midiendo las distancias, utilizando la iluminación escénica para situarse a la luz o en la penumbra, todo un simbolismo de su alterado estado anímico.

La interpretación de ambos actores es muy convincente, acertando a reflejar lo patético de la situación con gestos e inflexiones de voz quebrada que descubren unos intentos de aproximación condenados probablemente al fracaso. Como dice la copla popular, atribuida a Antonio Machado: “Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, contigo porque me matas, sin ti porque me muero”.

Francisco Javier Aguirre


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