POR VOLUNTAD PROPIA. Crónica Teatral
Impresionante
el inicio de la obra ‘Por voluntad propia’, de la compañía abulense Perigallo Teatro,
con la canción ‘A mezza voce’ del inolvidable Claudio Villa, que también cerró la
obra en medio de grandes aplausos. Las bandas sonoras de las obras escénicas, sea en el cine o en el teatro, tienen su intención, no son simples ornamentaciones sin vínculo
con las tramas.
No
habían pasado ni dos minutos desde que comenzó la actuación de Javier Manzanera
y Celia Nadal en el escenario del Teatro de las Esquinas, cuando renació
espontáneamente el espectro de Samuel Becket entre bambalinas. Era como si los
intérpretes de la obra que la Compañía aportaba al 7º Ciclo de 'Teatro Rebelde', resultaran alumnos aventajados del singular dramaturgo y novelista que obtuvo
el Premio Nobel de literatura en 1969. A lo largo de la trama original de los
propios intérpretes, se menciona la obra capital del autor británico,
'Esperando a Godot', e incluso se cita el título de una de sus novelas
fundamentales, 'El Innombrable', que encaja dentro de la escenificación.
‘Por
voluntad propia’ no es sin embargo un plagio, ni siquiera un remedo de lo
conseguido por Becket, sino que se trata de un paso al frente en el camino que
él diseñó. En un alarde de capacidades expresivas y dinámicas por parte de los
intérpretes, en particular del masculino por su extenuante
gestualidad, se consigue traspasar el sentido inmediato de las cosas para abrir
la puerta a los nuevos horizontes que ya vislumbraron hace un siglo los
creadores de la filosofía del absurdo.
El
argumento de ‘Por voluntad propia’, bajo la dirección de Luis Felpeto, no
requiere por tanto una trayectoria racional, sino que intenta romper la
cotidianidad insulsa en la que desarrolla su vida la mayor parte de la gente.
Hay que dejar de ser lo escrito, lo programado por otros, lo diseñado por
las estructuras sociales y políticas para someter a los individuos, y rebelarse hasta conseguir
la autenticidad, no en un sentido moral sino intelectual.
El
diseño del vestuario y el trasfondo musical aportado por Daniel García Centeno
(música italiana, jota murciana, sones andinos, Chopin) dan a esta comedia dramática
un sentido de universalidad más allá de lo simplemente anecdótico.
Francisco Javier Aguirre
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