UN TRANVÍA LLAMADO DESEO. Crónica Teatral
Tennessee Williams pasa por ser uno de los más notables escritores norteamericanos, y con razón. Su obra ‘Un tranvía llamado deseo’, estrenada en 1947, bajo la dirección de Elia Kazan’ que años después realizó la versión cinematográfica con el protagonismo inapelable de Marlon Brando, mantiene toda su actualidad a pesar de los casi ocho decenios transcurridos desde su aparición.
El Teatro Principal de Zaragoza está ofreciendo durante este fin de semana una versión que elude los planteamientos cinematográficos de la obra, tan conocidos, como advierte su director y adaptador, David Serrano, y reconstruye la trama desde una óptica de intemporalidad, manteniendo las asignaciones espaciales que contiene el original.
Su eje argumental es el enfrentamiento de dos culturas. Blanche DuBois, una atractiva y desequilibrada mujer del Sur al final de su juventud, con prejuicios y carencias afectivas, cuyas pretensiones de virtud y educación ocultan su alcoholismo y promiscuidad, visita a su hermana Stella en Nueva Orleans, buscando refugio. En la obra afloran los miedos a la soledad y a la muerte, así como una poética trágica que describe las desgracias desde una perspectiva lírica. Como decía Arthur Miller, «’Un tranvía llamado deseo’ es un grito de dolor, y olvidarse de eso es olvidarse de la obra».
Su estreno el 27 de febrero en Zaragoza, tras haber pasado anteriormente por Avilés y Bilbao, denotó ciertas inseguridades en el desarrollo de la trama, por momentos fragmentaria, y con un corte innecesario para un presunto descanso de un cuarto de hora, dada la duración de la pieza; tal vez un descanso más útil para los intérpretes que para los espectadores.
La actuación de los tres –y hasta cuatro– personajes principales resultó desigual. Nathalie Poza, en el papel de Blanche DuBois, sobre quien gravita toda la acción dramática, no acabó de conseguir una credibilidad definida a pesar de su notable voluntad de transmitir la caótica situación en que vive la protagonista. Pablo Derqui, en el papel de Stanley Kowalski, estuvo más rotundo, quedando en cierta imprecisión la figura de Anne, su esposa y hermana menor de Blanche, que asumió María Vázquez, lo mismo que Jorge Usón en su interpretación de Mitch. El resto del elenco cumplió.
Una recargada escenografía a cargo de Ricardo Sánchez Cuerda, y una agobiante banda sonora original de Luis Miguel Cobo, completaron una representación meritoria en su conjunto y que ha conseguido un aforo completo en el principal foro zaragozano.
Francisco
Javier Aguirre
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