sábado, 6 de septiembre de 2025

ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS. Crónica teatral

 

ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS. Crónica teatral

El que la obra más celebrada de Agatha Christie, ‘Asesinato en el Orient  Express’, haya sido llevada al cine en cuatro ocasiones y versionada para el escenario en varias más, es un indicativo del índice de popularidad que ha alcanzado esta historia detectivesca. 

La versión que se está ofreciendo en el Teatro Principal, realizada por Ken Ludwig, con traducción de Alicia Serrat y dirección de José Saiz, reúne a una decena larga de actores de acreditada trayectoria, presididos por Juanjo Artero, que desempeña el papel principal, correspondiente al famoso detective belga Hércules Poirot, protagonista de gran parte de las obras de la escritora inglesa. 

Aunque la trama sea muy conocida al cabo de casi un siglo de haberse publicado la novela, su traslado al escenario reviste ciertas dificultades que en esta producción han sido bien resueltas. 

La primera es la versatilidad de un decorado que consigue añadir verosimilitud a la historia narrada. Sorprenden la rapidez y la precisión con la que el andén inicial con el vagón al fondo, se transforma en el lujoso interior que alberga a los pasajeros, el cual a su vez aparecerá distribuido en los compartimentos en los que se desarrollan las diferentes escenas de la obra. 

El vestuario y la caracterización de los personajes está muy bien logrado, en algunos casos con una carga simbólica alusiva a su papel en la historia narrada.

Un elemento escenográfico importante es la pantalla que acompaña al desarrollo de la acción, reflejando los distintos lugares por los que atraviesa el convoy y los accidentes climatológicos concomitantes. También el espacio sonoro y la iluminación contribuyen a la brillantez escénica de la obra.

El ritmo inicial está bien conseguido, aunque se ralentiza al final. La actuación del elenco el sobresaliente y el papel del protagonista, además de estar perfectamente caracterizado, destaca tanto por sus movimientos como por su gestualidad. Tal vez su última reflexión moralizante desajuste el resultado final.

Francisco Javier Aguirre

 

lunes, 21 de julio de 2025

LAS FIESTAS. Crónica teatral

LAS FIESTAS. Crónica teatral

Con un título tan adecuado a esta época del año, el Teatro de Las Esquinas ha cerrado su temporada de espectáculos.

‘Las fiestas’ es un juego cómico, creado e interpretado por la compañía Vengavamos Boys, que discurre en un mundo rural trufado de referencias a otros mundos, alguno de ellos tan imaginativo como el extraterrestre.

Uno de estos habitantes exóticos se presenta por casualidad en el momento y lugar en que tres jóvenes de Canillo de Abajo preparan su participación en los concursos del pueblo con ocasión de las fiestas patronales, naturalmente en verano. Marta Hernando, el aragonés Carlos Cábalas, Gonzalo Hermoso y Juana Uríszar, dirigidos por Dani Jaén, desempeñan con soltura sus papeles, en una parte guiados por la comicidad pero, en la otra, atentos a las realidades sociales del momento.

Son gente joven que afronta su futuro con cierta inseguridad y que se enfrenta a la aceptación del diferente, lo cual es todo un símbolo dadas las circunstancias habituales en nuestro día a día. Siendo un argumento de tanta actualidad, sorprende el rótulo que señala de alguna forma el año de la acción, 2007, como si los enfoques de entonces fueran a día de hoy de máxima actualidad. 

La comedia se desarrolla con agilidad, aunque existen momentos en que decrece el ritmo, induciendo a la reflexión sobre los diversos asuntos que se plantean. El mundo rural, la amistad, la inminencia de la edad adulta, el sentido de las fiestas populares, el miedo al futuro y la aceptación de lo inesperado son los ejes sobre los que gira toda la trama. 

Muy lograda la actuación del extraterrestre, interpretado por Gonzalo Hermoso, bautizado en Canillo de Abajo como M.A.N., tanto en gestualidad y vocalización como en la progresiva adaptación y aceptación del recién llegado a un mundo para él extraño del que, curiosamente, una de las jóvenes rurales intentará huir para ocupar su puesto en ‘Canillo de Arriba’.

Francisco Javier Aguirre

lunes, 7 de julio de 2025

 

39 ESCALONES. Crónica teatral

Hace 90 años que Alfred Hitchcock dirigió la película del mismo título con un guión extraído de la novela de John Buchan. Desde entonces, la intriga que genera la trama ha dado lugar a sucesivas versiones escénicas del argumento que protagoniza Richard Hannay, un presunto asesino que va a ser perseguido a lo largo y a lo ancho de la Gran Bretaña.

La introducción del espectáculo por dos vendedores de chucherías, desfilando por el pasillo central del Teatro Principal hasta alcanzar el escenario, es toda una declaración de intenciones. Va a tratarse de una comedia exótica en la que se combinan lo grotesco, la farsa, el nonsense, el surrealismo y el oportunismo simbólico o localista. Hay que asumir este planteamiento para entender el desarrollo de la trama.

La persecución del protagonista, a partir del apartamento donde se ha refugiado con una señorita, fugados ambos del local en el que se ha producido el delito, da opción a tres de los intérpretes –todos salvo el joven Richard– a metamorfosear sus personalidades para dar vida a los numerosos sujetos, de uno y otro sexo, que dan cuerpo a la trama. 

Se suceden escenas dominadas por el caos, la parodia, la contradicción y las alusiones desenfrenadas, creando un ambiente próximo al desatino controlado del que han hecho bandera algunos movimientos esotéricos. Pero en ‘69 escalones’ no hay ninguna búsqueda del sentido profundo de la existencia, sino una intención de divertir que no trasciende el momento ni pretende otros resultados.

Ese propósito se cumple con eficacia, como demuestran las continuas carcajadas de gran parte de los asistentes. Hay alusiones territoriales oportunamente dosificadas, como las relativas al jamón de Teruel, a la plaza del Pilar o a determinados municipios aragoneses. 

Uno de los elementos más consistentes es la banda sonora, que recurre a pasajes sinfónicos propios de obras dramáticas, lo cual no deja de ser una paradoja porque la trama, incluso en sus momentos más tensos, se sustenta en una ambivalencia  tragicómica de gran efecto.

Francisco Javier Aguirre

 

viernes, 4 de julio de 2025

EL MANUSCRITO DE INDIAS. Crónica teatral

 

EL MANUSCRITO DE INDIAS. Crónica teatral

 

Recurrir a la auto ficción es una fórmula frecuente en la narrativa contemporánea. Aplicada al arte escénico, puede resultar apasionante. Eso consigue Antonio Velasco, de la compañía salmantina Teatro de Poniente, en la última obra del ciclo Delicias Clásicas que ha estado ofreciendo a lo largo de cuatro sesiones, entre finales de junio y principios de julio, el zaragozano Teatro de Las Esquinas.

El espectáculo auto dirigido por el actor y por Raúl Escudero nos lleva a comienzos del siglo XVI en la España volcada hacia el recién descubierto Nuevo Mundo, al que acuden un tropel de individuos de toda laya y condición intentando hacer fortuna, desde los frailes evangelizadores hasta los desheredados que tratan de participar en el convite que sueñan, pero que han de empeñarse también en inesperadas aventuras, más los combates con los nativos americanos. 

De todo hay en ‘El manuscrito de Indias’, un texto jugoso escrito por el propio intérprete, en el que intenta acercar al mundo contemporáneo las sensaciones y las emociones que vivieron aquellos esforzados pioneros de la colonización de los territorios ultramarinos recién descubiertos.

El proceso narrativo es preciso y muy sugerente, con un recorrido que se inicia desde el final de la vida del protagonista para concluir del mismo modo. En medio, bien engarzados, infinidad de sucesos, situaciones y aventuras trabajadas escénicamente con mucho vigor y gran ingenio.

Del mismo modo, sorprende la precisa y preciosa dramaturgia de la obra, destacando la capacidad mimética de Velasco, que conjuga armoniosamente con una iluminación y un soporte sonoro de gran efecto. 

El acostumbrado coloquio posterior a la obra, con el actor y la productora Iratxe Jiménez, fue muy ameno y esclarecedor.

Francisco Javier Aguirre

domingo, 29 de junio de 2025

EL LAZARILLO DE TORMES. Crónica Teatral

 

EL LAZARILLO DE TORMES. Crónica Teatral

 

El Teatro de Las Esquinas ha presentado en dos días consecutivos un espectáculo que reúne tres elementos relevantes: la historia clásica de Lazarillo de Tormes, la versión modernizada que elaboró Fernando Fernán Gómez y la adaptación a su propio estilo que propone Rafael Álvarez ‘el Brujo’, recurriendo a una de sus actuaciones emblemáticas durante los tres últimos decenios.

La fusión de esos tres elementos sustanciales da como resultado una pieza incisiva desde el punto de vista conceptual y explosiva desde el literario. La herencia de Fernán Gómez denostando las diferencias sociales, se vincula con la filosofía humanista del intérprete que propone como vía de solución de los problemas que acosan a nuestra civilización el recurso humanista al yoga y a la meditación, que es en definitiva una apuesta por la elevación de la conciencia individual y social frente a la perceptible y progresiva anulación de la misma que se deriva del progreso tecnológico mal asimilado. 

En esa línea concluyó una vez más la actuación de ‘el Brujo’, en la segunda de las sesiones ofrecidas el pasado fin de semana, la del sábado día 28, tras haber completado su periplo temático en torno al Lazarillo y sus amos, encajando también en su discurso escénico la interrupción derivada de una lipotimia sufrida por una espectadora, lo cual dio ocasión al actor para involucrar, tanto a la señora como a los dos médicos de familia que la atendieron, en el desarrollo del espectáculo. 

Los juegos lingüísticos y las referencias a la actualidad política y académica, tan frecuentes en su dinámica interpretativa, ilustraron también una actuación brillante en la que quizá pudo observarse un cierto síndrome de fatiga vital en el prestigioso actor.

Francisco Javier Aguirre

sábado, 14 de junio de 2025

LA MÚSICA. Crónica Teatral

 

LA MÚSICA. Crónica Teatral

Hace cincuenta años, Stanley Kubrick utilizó como leitmotiv para su película ‘Barry Lyndon’ el segundo movimiento, Andante con moto, del ‘Trío n° 2, Op. 100’, de Franz Schubert. Con esta misma melodía se abre el telón de ‘La Música’, de Marguerite Duras que, en versión  y bajo la dirección de Magüi Mira, se está representando estos días en el Teatro Principal de Zaragoza. Impactante inicio sonoro que anticipa el tono lúgubre y el ambiente tenso en el que se va a desarrollar la trama de la pieza dramática interpretada por Ana Duato y Darío Grandinetti.

Esta pareja de divorciados se encuentran en un hotel al cabo del tiempo para concretar los últimos detalles de su separación. En palabras de la autora, “La Música es un constante reescribir la imposible partitura del amor”. La acción transcurre en una noche desquiciada, pero de forma paradójica, porque los interesados comprueban que les unen más proximidades que distancias tienen, aunque las segundas parecen irreversibles. Por momentos intentan reconstruir un pasado que rememoran caótico y desgarrador, pero ya en su madurez comprenden que va a resultar difícil, si no imposible. 

Hablan y hablan, se acercan y se distancian, se abrazan y se repelen, se acarician y se martirizan con recuerdos lacerantes, jugando con las posturas y midiendo las distancias, utilizando la iluminación escénica para situarse a la luz o en la penumbra, todo un simbolismo de su alterado estado anímico.

La interpretación de ambos actores es muy convincente, acertando a reflejar lo patético de la situación con gestos e inflexiones de voz quebrada que descubren unos intentos de aproximación condenados probablemente al fracaso. Como dice la copla popular, atribuida a Antonio Machado: “Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, contigo porque me matas, sin ti porque me muero”.

Francisco Javier Aguirre


miércoles, 11 de junio de 2025

MUJERCITAS. Crónica Teatral

 

MUJERCITAS. Crónica Teatral

Las historias basadas en un hecho real son tan antiguas como la  humanidad. En los tiempos modernos se anuncia esta circunstancia como garantía de verosimilitud de lo que va a contarse. Son las llamadas ‘realidades’, aunque el término más frecuente y usado esté en inglés. 

Louisa May Alcott decidió en 1868 reunir en un libro las historias de su propia familia, en Concord (Massachusetts),  y de ahí nació ‘Mujercitas’. Meg, Jo, Bett y Amy  son las cuatro hermanas de la familia March sobre las que gravita la historia. La autora se volcó en la auto ficción convirtiéndose en personaje ella misma. 

De este modo, en la adaptación realizada por Blanca Resano para que la obra sirva como ejercicio de final de curso para los alumnos de tercero en la Escuela Municipal de Teatro, son dos las actrices que asumen el papel, una actuando y la otra narrando. Esa duplicidad permite reforzar el mensaje de feminismo incipiente que transmite la novela, ampliamente difundida como libro, y vertida tanto al cine como al teatro en numerosas ocasiones. 

Las ocho actrices y los tres actores dirigidos por Blanca Resano, responsable también del espacio sonoro, interpretan con notable equilibrio los diferentes episodios de la obra, algunos de los cuales se desarrollan fuera del enclave original de Nueva Inglaterra. Llama la atención la escena del paseo en coche de caballos por París, con un ritmo marcado gráficamente por los movimientos de espaldas del cochero en el pescante, al compás de los trotones. 

Los mensajes son claros y encajan como advertencia en medio de la compleja situación actual. Hay que promocionar la sencillez, la solidaridad, los valores familiares, la presencia de la mujer en la vida pública... detestando al mismo tiempo las situaciones bélicas cuyos rumores alteran hoy día nuestra paz interior y nuestra convivencia.

Francisco Javier Aguirre