YO SOLO QUIERO IRME A FRANCIA. Crónica teatral
Hace poco más de un mes, el 5 de noviembre, actuó en el Teatro de Las Esquinas la veterana compañía murciana Alquibla Teatro 40 Actos con una obra, titulada ‘Lo más hermoso todavía’, en la que se planteaba una situación similar a la que da origen a la pieza dramática en la que la actriz María Galiana aparece en escena después de muerta. Esperanza Clares, de Alquibla, era Isabel, había fallecido recientemente y en su entorno se desarrollaban vibrantes episodios que consolidaban de ese modo la tercera entrega de la ‘Trilogía del camino’, una obra de Alba Saura Clares.
En esta ocasión, en el mismo escenario, la trama arranca de modo similar: la protagonista, Pilar, ya fallecida, se encuentra durante su velatorio en la encrucijada de que su vida vaya siendo destejida por dos nietas, Leo e Inés, que acaban de conocerse al tener que sustanciar asuntos hereditarios. Se suma a la acción la madre de ambas, Marisol, de nombre alternativo Nieves, también fallecida, por lo que la historia se desarrolla en dos niveles, el real y el virtual que, aun siendo simultáneos, no conectan entre sí por razón de su propia naturaleza.
El espectador asimila esta situación, con ribetes de farsa y ciertos guiños cómicos, sorprendido por la facilidad con que la autora y directora escénica, Elisabeth Larena, combina ambos planos de una forma coherente dentro de su irrealidad. Entre las escenas del velatorio actual, que ocupa el eje de la obra, se intercalan episodios antiguos estableciendo una escala de causa-efecto que explica el presente a partir del pasado.
La reiterada referencia a Francia es todo un símbolo de la huida, actitud vital que subyace a toda la historia, en la que las cuatro protagonistas acaban identificándose en su búsqueda de la libertad.
A destacar la extraordinaria vitalidad de María Galiana, quien a sus 90 años cumplidos exhibe una elocuente vis dramática que encaja a la perfección con el desarrollo de esta obra en la que la autora y directora, actriz también, ha rescatado su propia memoria familiar.
Francisco Javier Aguirre