sábado, 2 de noviembre de 2024

HIJAS DE LA MISERICORDIA. Crónica Teatral

 

HIJAS DE LA MISERICORDIA. Crónica Teatral    

Las dificultades de la vida desatan la necesidad de apoyo, y este apoyo suele ser más eficaz cuando llega impregnado de cariño. Las cuatro mujeres que contemplan los cuadros de Caravaggio en una iglesia de Nápoles, Angelines, Esperança, Magdalena y María José, se conocen desde la infancia y han convertido el afecto en el eje de su relación. 

Todo ello se expresa de forma elocuente en la obra ‘Las hijas de la Misericordia’ que el Teatro del Mercado ha ofrecido durante cinco sesiones impactantes. La desgracia nos moviliza más que el éxito, como se está demostrando estos días con la catástrofe ocurrida en la Comunidad Valenciana. 

La trama del espectáculo recorre territorios emocionales sobradamente conocidos, con las alternativas cronológicas y vitales de las cuatro protagonistas, interpretadas por Ana Berenguer, Rebeca del Fresno, Catalina Florit e Irene Soler, ingresadas en circunstancias varias, todas lamentables, en esa institución. Como diré al final, he seguido la actuación desde una perspectiva muy personal, que a veces se ha impuesto al propio desarrollo de la historia. 

Esta coproducción entre Iguana Teatre, Albena Teatre, Teatro del Temple y Teatre Principal de Palma, dirigida por Pere Fullana, nos sitúa en un pasado no tan remoto, puesto que en las capitales de provincia y en ciudades grandes, vivencias de este tipo han sido frecuentes en los tres primeros cuartos del pasado siglo. Las alternativas cronológicas de la acción confieren a la obra un sentido de totalidad, porque las vivencias infantiles perduran siempre. 

La dramaturgia y documentación han corrido a cargo de Pere Fullana, con aportaciones de Carme Planells, Alfonso Plou y Aina Salom.

Explico lo apuntado respecto a mi percepción personal de la obra: por razones familiares he viajado con frecuencia a Palma y conozco prácticamente cada rincón del edificio donde se  sitúa la acción. Hace años dejó de funcionar como hospicio y el Consell lo está transformando en un centro sociocultural. Mi yerno codirige las obras y nos ha mostrado en sucesivas visitas esos recintos. 

Francisco Javier Aguirre     

 

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