viernes, 17 de enero de 2025

EL LABERINTO. Crónica Teatral

 

EL LABERINTO. Crónica Teatral

La intensa y extensa trayectoria teatral de Paco Ortega ha dado un nuevo fruto, ‘El laberinto’, que se ofrece durante estos días en el Teatro del Mercado. Buscando nuevas vías de expresión escénica, el veterano autor, actor y director, a través de la compañía Teatro del Espejo, nos plantea una situación que es a la vez compleja y sencilla. Sencilla porque consiste en el no teatro, en la negación del mismo, no en cuanto tal, sino debido a una situación límite como fue la pandemia del Covid-19 durante la cual se interrumpieron las funciones teatrales en todo el país. 

De ese modo comienza la obra. Un actor, Alfonso Desentre, se encuentra con que no ha venido nadie a ver su espectáculo. Lo lamenta, pero se lo explica comprendiendo que la gente tiene miedo de contaminarse, además de que la administración haya tomado medidas para evitar el contagio. Inesperadamente, aparece en la sala una espectadora muy especial, a quien interpreta Isabel Rodríguez. Se trata de una mujer desconocida y anónima, tan anónima que se niega a revelar su nombre. Aunque es de origen español, emigró de niña con sus padres a Francia, pero regresa con cierta frecuencia a la ciudad donde nació. 

En este dato encontramos el primer reto del autor: también los viajes estuvieron muy limitados durante la pandemia. La presencia de la mujer en aquel espacio vacío, encierra por lo tanto un misterio. La conversación que se establece entre ambos va descifrando paso a paso una realidad que transita entre lo onírico, lo simbólico, lo fisiológico y lo metafísico. 

La interpretación de los actores es ajustada a lo que pretende el autor y director. La escenografía es escueta, limitándose a media docena de sillas que van variando de posición movidas por los protagonistas con intenciones y significados que los espectadores pueden desentrañar. La banda sonora de los Aguarod, de larga y acreditada trayectoria, refuerza el sentido simbólico de la trama, en la que la iluminación de José Antonio Royme juega también un papel importante.

Francisco Javier Aguirre

viernes, 10 de enero de 2025

SILENCIO EXTRAÑO DE VERANO. Crónica Teatral

 

SILENCIO EXTRAÑO DE VERANO. Crónica Teatral

Mercucho Producciones está presentando este fin de semana en el Teatro del Mercado la última obra de Miguel Ángel Mañas titulada ‘Silencio extraño de verano’.

En un escenario absolutamente despojado, testimonio de una cruda soledad, aparece un impactante personaje sonoro creado por Luis Villafañe invadiendo los oídos del público que llena el aforo del Teatro. Es como un presagio del drama al que vamos a asistir.

No tardan en salir a escena los personajes, una pareja a la que dan vida Inma Oliver y Jesús Bernal, y su hija Blanca, interpretada por Ana Cózar. Comienzan a aparecer los hilos de la trama que por obra de Diego Palacio, director de la obra, irán construyendo un tejido cada vez más espeso.

El verano lo ha invadido todo y agobia, no solo los cuerpos, sino también las mentes de los protagonistas, que no encuentran salida al conflicto al que han de enfrentarse dentro y fuera de su entorno familiar. Blanca está en libertad provisional con cargos por haber matado a un hombre que abusó de ella. Sus padres tratan de arroparla, pero su intento acaba fracasando. La víctima es declarada culpable.

No tarda en aparecer, mediante recurso videográfico, la madre del muchacho asesinado, a quien interpreta María Pérez Collados, físicamente presente entre el público en la sesión de estreno. Debiera haber salido a saludar al escenario al finalizar, junto al autor y el director, porque es una pieza clave de la trama. 

La historia que va creciendo y consolidándose a medida que avanza la representación, nos plantea varios temas de reflexión. Uno de ellos, quizá el más leve, se refiere a la creación literaria secreta que está desarrollando la madre. Mediante un recurso bien ideado, el uso de un micrófono, es la hija quien va dando a conocer unos textos de intención poética bien expresada. 

Un tema trascendental es el relativo a la violación sufrida por Blanca, que en defensa propia asesinó a su agresor. El autor del texto no toma partido, limitándose a exponer los hechos pero proponiendo al espectador una reflexión sobre hasta qué punto la postura, la actitud, el gesto, la palabra, la vestimenta y otros elementos concomitantes en manos de la mujer provocan la violencia machista. Un tema arduo que invita al debate. 

Otro importante es el propósito de venganza de la madre del muchacho asesinado, que atemoriza con su gesto y su palabra a través de la proyección en pantalla. Una pantalla que, a mi juicio, debiera haber sido un lienzo negro, para facilitar el visionado de las imágenes que forman parte de la representación. Los altibajos del fondo escénico dificultan la lectura de los  textos que se proyectan. 

La propuesta de Mañas es potente, las interpretaciones destapan el inframundo familiar, y el final dramático completa un espectáculo de alta densidad estética e intelectual.

Francisco Javier Aguirre